miércoles, 28 de mayo de 2014

NUNCA TE DEJES EL SOMBRERO EN CASA


Ernesto estaba trabajando cuando llegó su jefe.
- Buenos días – saludó éste quitándose el sombrero.
- Mierda – pensó al recordar que había olvidado el suyo en el perchero de casa.
Le empezaron a sudar las manos, durante unos segundos, ni una palabra acudía a su boca, hasta que tuvo una idea:
- Buenos días – dijo quitándose la cabeza y volviéndola a colocar en su sitio.
Ante los ojos desorbitados de su jefe contestó a modo de excusa:
- Lo siento, me he dejado mi sombrero en casa – y siguió trabajando.