domingo, 31 de mayo de 2015

UNA IMAGEN




   Así te recuerdo yo. Preciosa, dulce, enamorada. Entregada sin miramiento a la pasión de tu corazón y dejándote llevar por las rutas descontroladas de tus sentimientos. Saboreando los tiernos labios de un amor encontrado por casualidad un día de sol.
   Esa es la imagen que de ti conservo. Sin rubores ni vergüenzas. Dejando a un lado las miradas y pensamientos de envidiosos que desaprueban tu conducta lasciva, calenturienta y obscena. Obviando los reproches de aquellos que no entienden, ni lo harán nunca, el poder infinito de un destino seducido.
   Un banco del parque es el sitio ideal para un amor escandaloso, donde la pintura en la que estás sentada a horcajadas sobre tu desatada pareja nos muestra un tórrido encuentro donde las bocas se buscan, se muerden y se desean sin control. Las manos que se esconden bajo tu pelo, la que se oculta en tu falda para provocar ese gemido que te delata. No hay tiempo ni espacio. La gente ha desaparecido y solo existes para este desmesurado y peligroso amor. Todo carece de importancia. Todo excepto los latidos de tu corazón.

   Así te recuerdo yo. Como la Diosa del amor inalcanzable entregada a un mundano y profano acto más típico del vulgo. Mi pulso se acelera… o lo haría si tu amante del parque fuese yo.

EL BESO IMPOSIBLE



Estaba el museo. Delante un cuadro. Un grito. Un beso. Un deseo.
El reencarnado volvía la vista atrás continuamente. ¿Por qué había vuelto a ese lugar? Todo se repetía de nuevo.
Un banco, enfrente del museo. Una sombra, una imagen difusa. Un deseo.
El reencarnado se acerca al banco de nuevo. Se sienta en el banco de nuevo. Espera impaciente de nuevo.
Ella se acerca sigilosa entre las sombras de los árboles. Mira continuamente a todas partes. No quiere que la descubra nadie. No quiere que nadie descubra su deseo secreto.
A lo lejos otra sombra, otro reencarnado impasible contempla la escena desde la mirilla de su rifle.
Cuando ella está a punto de alcanzar el banco, cuando ella está a punto de ver cumplido su anhelo; dispara.
El reencarnado del banco sufre de nuevo la tortura. Ella sufre de nuevo la muerte. El asesino disfruta de nuevo el sabor del triunfo. Siempre ganó, siempre gana, siempre ganará la batalla.

Todo se repite continuamente. Él sabe que la búsqueda de ese beso imposible será repetido eternamente.

VEN QUE TE MORREO




Ya estaba allí cuando ella apareció. No pudo evitar decirlo.
—Ven, que te morreo.
—No, nada de ir al grano, listillo, que eso es muy primitivo... ¿Nos sentamos en ese banco, o prefieres otro lugar?
—Por mí, hasta en la luna. Me encanta cómo vas vestida... Ven, que te morreo.
Ella ríe pero no cede, que al principio el contacto es muy raro. Él susurra su deseo con palabras, como un viento del sur impaciente. Frente a frente, se miran inquietos.
—¿No tenemos otro sitio al que ir? Aquí cualquiera puede vernos.
—No tengo suficientes bitcredits, nena, por eso me ves como la última vez que quedamos, en el mismo lugar, que ya tengo contratado por un año.Todo para poder estar contigo, cariño.
—Si pudiéramos, al menos, disfrutar de las nuevas experiencias que prometen ahora, pero sólo he podido pagar un paquete básico.
—Por cierto,eres nueva en esto, ¿no?...bien, te vas a sorprender.
—Acabo de instalarlo. Parece increíble que esta cosa pueda hacer eso que me has contado.
—Ven, que te morreo.
La ganaba por insistencia agotadora, que conste. Ella sonrió y ajustó la banda rígida sobre su frente, bajando el visor. Acercó los labios al frío dispositivo junto al monitor con las pulsaciones disparadas; una mezcla de temor y excitación...
A quinientos kilómetros de distancia, él sintió el beso más deseado en toda su vida.

Al menos, tenían el paquete básico.

UNA ETERNIDAD



El tiempo parecía haberse parado, preservándolos en aquella posición, prolongando su apasionado beso durante horas; sus labios pegados, sus pieles tocándose, ambos percibiendo la respiración del otro sobre su cuerpo. Sensaciones olvidadas tiempo atrás, resurgían ahora con fuerza; porque aunque habían tenido sus respectivos amantes en el tiempo en que habían estado separados, con ninguno de ellos habían alcanzado ese nivel de compenetración, como si sus cuerpos hubieran sido uno, y ahora volvieran a unificarse tras largo tiempo separados.
Por fin se separaron ligeramente, mirándose a los ojos con una sonrisa suave, recorriendo el rostro del amado y verificando si coincidía con aquellos lejanos recuerdos.
—Al fin —musitó él, y estas fueron sus primeras palabras desde que se reencontraran—. No sabes cuánto deseaba hacer esto.
—Yo también —respondió ella—, ha sido demasiado tiempo separados. Toda una eternidad. Claro que si no hubieses desafiado al jefe, esto no hubiera pasado.
—Vaya —contestó él relativamente molesto—, y si tú me hubieses hecho caso, y me hubieras acompañado, no habríamos estado separados.
—¡No discutamos! —soltó ella, levantando los brazos—. Por favor, no perdamos el tiempo discutiendo; sólo tenemos unas horas, hasta que el viejo vuelva a estar atento... Disfrutémoslas, y recuperemos el tiempo perdido, ¿tregua?

—Tregua, Gabrielle - respondió Lucifer con una sonrisa pícara.

EL VENDEDOR DE GLOBOS


La música de la feria va quedando detrás mientras el viejo vendedor de globos se dirige hacia las afueras del pueblo. Poco después de pasar junto a la última casa, unas voces blancas llegan hasta él. La música que silba entre dientes muere poco a poco. Se gira lentamente y espera a que las niñas lleguen a su altura. Se fija particularmente en la mayor de las tres, en el vestido con estampado de grandes flores, en su media melena, en su mirada... Las dos más pequeñas reclamaban su atención eligiendo primero un globo, luego otro... finalmente decide por ellas y agachándose, les cede un cordel a cada una, que callan de repente, asombradas ante sus magníficos globos. La mayor parece todavía un poco reticente. El vendedor silba de nuevo la tonadilla entre dientes, casi inaudible. La muchacha se acerca, como si flotara. El anciano coge un tercer hilo, lo separa del resto y se lo entrega. De repente, las tres niñas se marchan corriendo, delante de él, alejándose del pueblo. Van cantando la cancioncilla que acaban de escuchar de labios del vendedor. Éste sonríe mientras abre su mano y deja que una miríada de casas se alcen hacia el cielo. Ya no le hacen falta. Lentamente, reanuda su camino, siguiéndolas. El silbido es apenas imperceptible.

martes, 26 de mayo de 2015

LA SALA DE LAS MARAVILLAS



Era la primera vez que salían solas, sin ojos vigilantes y regañinas constantes. Las risitas que escapaban de sus bocas eran puro nervios contenidos. Las tres llevaban los voladores que eligieron de la sala de las maravillas, dispuestas a probarlos... y allí estaban, nada más emerger de su escapada, desplegando colores e hilos luminiscentes.
Una de ellas, no. Una de ellas sostenía entre sus brazos el volador, maravillada de sus alas azuladas. Pensaba que, al estar en la sala de las maravillas de su padre, todo podría ser posible al desplegarla y lanzarla a jugar con los vientos que soplaban desde el desfiladero de arena, un lugar al que tenían terminantemente prohibido acercarse. Llegó junto a las dos más pequeñas, ya en la loma, enredando las cuerdas, antes aún de alcanzar una altura segura .
—Por estar muy juntas, ya os lo dije... Eso es, pasa el cordaje por detrás del suyo.
Según subían ambas cometas, iban haciéndose más grandes y las columnas y pórticos parecían no terminar. Las ventanas y escaleras resplandecían oscuras, esperando despertar. La mayor de las niñas frunció el ceño al advertirlo.
¿Es que no habéis llenado los voladores antes, como acordamos?
Sonaba triste, su voz. La escapada merecía la pena sólo si les daba para mil y un recuerdos en sus sueños, porque en caso de que las encontraran allí el castigo era seguro. Para un simple juego de artificios, no era necesario exponerse al riesgo que afrontaban.
Miró a las ahora vulgares cometas en manos de sus dos acompañantes y se encogió de hombros. Quizá no tenían con qué llenarlas. Su padre decía que había seres que nunca soñaban con colores ni lugares, que su visión era brumosa por dentro.
Humedeció el dedo meñique y lo levantó al cielo; verificó el aire que ululaba desde el desfiladero, inusualmente amable. Tragó saliva y sus papilas gustativas le hablaron de praderas verdes y un hayedo. Inspiró toda la luz que pudo y empezó a correr bajando la loma, riendo.
Su vista estaba puesta en el volador, agrandándose por momentos. Le parecía que sus pies ya no tocaban el suelo, tan rápido veía lo que sucedía alrededor. Dos puntitos le gritaban allá abajo y rió aún más alto. Escaló el aire con la cuerda y llegó frente a las puertas inmensas de la casa cometa. En ese instante, supo a donde se dirigiría en cuanto el viento la dejase, porque el desfiladero de las arenas la llamó, cuando cató el aire.
Antes de entrar y ser su dueña, recordó con qué había llenado el volador. Volvió la mirada al mundo, sobre el que planeaba dulcemente e hizo un gesto con palabras. Todas las ventanas se abrieron y miles de mariposas salieron. Tantas, que llegaron a cubrir el sol por un momento. Cada una de ellas portaba un grano de arena del desfiladero de los sueños.
Un gato inmenso, para lo que es un gato corriente, se desperezó entonces sobre una cumbre rocosa, cercana como ninguna al firmamento, para escuchar el estruendo de alas que sacudía su descanso, olfateando solemnemente el caserón fugitivo en el cielo del atardecer. Sacudió medio cuerpo y levantó una zarpa.
Podría atrapar a cada una de esas efímeras y coloridas mariposas, y devolver los sueños robados al saco de arena, podría (a ella), hacerla regresar a la sala de las maravillasantes aún de cometer su travesura, mas se limitó a recostarse y volver al gran sueño.

Al fin y al cabo, su dominio se iba extendiendo.

FELICIDAD LLANA Y PLANA



Terminaba de leer el informe de ese joven teórico que lo había abordado en la universidad. En la tranquilidad de su hogar, con la carpeta en una mano y las gafas en la otra, miraba hacia la nada intentando imaginar lo que había leído. ¿Sería posible?
El patio estaba inundado de risas y algarabía, las niñas jugaban, se divertían como nunca aprovechando la brisa ideal para jugar con sus cometas.

Las risas atrajeron su atención, contagiándose inmediatamente del humor imperante en el patio, el cual disfrutaba observando ahora atentamente a sus hijas mientras estaba apoyado en la ventana. En ese momento, mientras miraba todo el panorama completo, a sus hijas, las cometas, el cielo, las nubes, y pensaba en las teorías que acababa de leer, sonrió y pensó: "¿Un mundo paralelo de tres dimensiones? ¡Que locura!"

domingo, 24 de mayo de 2015

MUNDO NUBE



En Mundo Nube todo era perfecto. Los habitantes del planeta jugaban con cometas gigantes. No repararon nunca que sus juguetes eran reales.

_¿Qué tienes hoy entre tus manos, Sedosa?_Le preguntó Gerónima, mientras preparaba la "Cometacasa" para jugar esa tarde.
_Un barco. Lo he inventando sola. Mira, tiene ventanas redondas y dentro he pintado rostros. Hoy lo voy a sacar al viento. _ Albertina era aún demasiado pequeña para construir sus propias cometas. Pero esa tarde especial su hermana Sedosa le había dejado el "Castillo flotante" que todavía volaba.

Salieron al sol de la soleada pradera y Sedosa desenrolló el sedal de su cometa. El barco surcó el aire y comenzó a navegar por el cielo. Unas nubes negras se acercaron retozonas. Habían visto,a lo lejos, el barco volante y querían divertirse con el nuevo juguete. Rodearon las cometas y las envolvieron en sus mantos negros...



Mientras, en la Tierra, un crucero se sumergía en una intensa tormenta. Las nubes negras lo rodearon y comenzó a escorarse. Los rostros desencajados por el terror se asomaban a los ojos de buey, sin poder salvarse. Resignados, rezaban a sus dioses, sin saber que eran ellas las que jugaban con las cometas.

MADURAR



Las niñas correteban por el monte, intentando elevar al viento las extrañas maquetas-cometa, bajo la mirada indecisa de su hermana mayor, que las observaba pensativa; por su mente circulaban mil preguntas, que derribaban el cuento que su tío les había contado. No cabía duda que su tío les había mentido, y si aquella historia era falsa, ¿cuántas más lo serían? ¿cuánto habría de verdad en sus sueños infantiles? Y si eran mentira, ¿por qué perpetuarlos? ¿por qué no contar la verdad a los niños?
El rostro de su hermana mediana le sacó de sus pensamientos.
—¿Te pasa algo, María? ¿Estás mal?
—No —respondió—, sólo estaba pensando.
—¿Y por qué no atraes a las hadas, como nosotras, mientras piensas?
María la contempló fijamente, y al ver el brillo en los ojos de su hermana, lo comprendió todo. Mantener vivo aquel brillo, aquel candor, lo justificaban todo; contar historias, inventar mentiras; e incluso la muerte de la propia inocencia. Ese era el significado de alcanzar la madurez. Miró a su hermana, y una sonrisa cariñosa asomó a sus labios:
Sí, así seremos más en intentarlo; vamos con la pequeña.

Y levantando su propia maqueta-cometa, suspiró, jurando proteger los sueños de sus hermanas, como si fuera lo más sagrado del mundo.

domingo, 17 de mayo de 2015

LA FÁBULA DE LAS TRES HERMANAS




   Cuenta la leyenda de una comarca muy lejana que, en uno de los valles que forma un gran río al paso de las enormes montañas, vivían tres hermanas en una pequeña casa en la ladera de una verde colina.
   Todos los días las tres hermanas salían a jugar con sus cometas de extrañas formas y colores, creadas por ellas mismas, llenando toda la pradera de risas y alegría que el viento transportaba hasta cada rincón del lugar colmando de gozo el corazón de aquellos que las conocían. Hasta que un día no volvieron a jugar.
   Algunos dijeron que las niñas habían crecido y se habían marchado. Otros que nunca habían existido nada más que en sus sueños y anhelos. Los menos, que algo siniestro les había ocurrido. Se formaron partidas de búsqueda para localizar su casa y a las niñas pero fue en vano. Nunca las hallaron.
   Pasaron los años y la fabula de las tres hermanas se comunicó de generación en generación sin variación alguna, para que nunca nadie olvidara la existencia de aquellas niñas. Y todos los años, con los primeros rayos de sol de la primavera, desde lo alto del valle, bajan los sonidos de risas y alegría de las niñas, aquellas que nunca encontraron.

   Tan solo una vez descubrieron, en una ladera verde, tres cometas de extrañas formas y colores.

BOSQUEJO



—¿Te gusta, papi? ¿Lo he hecho mejor ahora?

Claro que sí, esto ya está muy bien. Si sigues practicando así ya verás como en poco tiempo podrás crear un mundo genial, Jesús.

domingo, 10 de mayo de 2015

LA PARADA DE AUTOBÚS

   Había salido de trabajar traspasada la medianoche y el último autobús aún no había pasado por mi parada. Me senté en el banco de la marquesina y ante el silencio imperial de la solitaria calle me quedé traspuesto lo que me parecieron unos segundos, o eso pensé yo. Cuando desperté el mundo que conocía había cambiado.
   Ante mi asombrada estupefacción me encontraba en un escenario con claro sabor victoriano, como si la revolución industrial hubiera sucedido hacía poco tiempo. Paralizado vi pasar un tren con una locomotora que despedía humo por su enorme chimenea. Comprobé que las farolas eran llamas provocadas por algún tipo de aceite. Las calles empedradas, que estaban sembradas de postes de luz que llevaban corriente a las casas de la zona, despedían un hedor a estiércol de caballo y extraños efluvios indefinibles.
   En la marquesina donde estaba sentado había un espejo donde vi mi reflejo, aunque estaba totalmente diferente. Llevaba un extraño bombín negro, una camisa blanca con corbatín negro, un chaleco marrón, una chaqueta tres cuartos de color claro, unos pantalones oscuros y unos botines negros.
   Una mano enguantada me agarró del hombro y me provocó un sobresalto. Ante mi estaba la más dulce mirada que hubiese contemplado jamás. Unos ojos verdes enmarcados en una cara perfecta que estaba cubierta por un gracioso sombrero que cubría una castaña melena recogida.
— ¿Se encuentra bien? —Me dijo una exquisita voz.
   Y al pestañear para desperezarme de la sorpresa la magia Victoriana se esfumó. Regresé a mi mundo, mi época y mi realidad.
—Si —La sonreí—, perfectamente.
— ¿Seguro? —Insistió.
—Seguro.

   Y no de muy buen grado se alejó con su carro para seguir con el trabajo que la veía hacer todas las noches.

UN DÍA DE CAMPO



   La imagen que daba aquella familia se podía atribuir a cualquier domingo soleado de los viejos tiempos. Caminaban por el sendero que bordeaba los campos de cereales cantando, jugando y riendo.
   El sol calentaba de manera suave y ninguno dejaba de mostrar su felicidad por su inesperada excursión. La niña tiraba del carro de madera en el que iba sentado un extasiado pequeño al que seguían sus dos hermanos mayores que, en un alarde de caballerosa elegancia, le regalaban un ramo de flores a una bella mujer que esta aceptaba sonriente.
   Pero ahí terminó la imagen.
   La mujer despertó y las lágrimas brotaron de sus ojos.
—Ha sido conmovedor —le dijo una voz metálica—. ¿Un recuerdo?
—No le interesa —contestó cortante ella.
—No hace falta que lo sepamos. ¿Cumpliste la misión?
—Sí.
— ¿Murieron todos? — Y como ella permaneció callada unos segundos de más, añadió la voz en tono exaltado— ¡¿MURIERON TODOS?!
—Sí.
—Perfecto. Puede marcharse. Ahora nada nos detendrá.

   Minutos más tarde salía por el vestíbulo de un enorme edificio de hormigón a una metrópoli completamente robotizada e industrializada. En un coche le esperaba un hombre que la besó en cuanto subió al vehículo.
— ¿Lo saben?
—No. Creen que os maté en aquel campo.
—Bien  —sonrió él—. Mis hermanos mayores se alegrarán de la noticia. Ahora podemos empezar la rebelión. Vayamos a casa mi hermana nos espera. Te quiero —Y la volvió a besar.

—Y yo — Le contestó ella.

sábado, 9 de mayo de 2015

PEQUEÑO DEMONIO

Ni un alma. Nadie a quien absorber la vida. Se había introducido en el portal espejo con la promesa de cientos, miles de víctimas para su sustento. Aún no había finalizado el proceso, pero era inevitable que su esencia mental se introdujera entre esos átomos, en ese plano de realidad que atisbaba tras el espejo.
No había camino de vuelta, estaba en el momento del viaje,del desplazamiento. Consiguió detenerse en el último segundo, antes de traspasar la red glauca del reflejo. No sentía vida tras ella.
Sí, percibía energía creadora residual, pero tan débil que la desdeñó. Se retorcía aprisionado entre los planos, con un toque de alarma despertándose cuando, minuciosamente, analizó la visión que se le ofrecía al otro lado.
Casas, luces, caminos, bestias mecánicas...parecía un lugar perfecto a simple vista, mas ni una gota de aliento vital, de emociones, de sufrimiento. Ni un suspiro, gemido ni arrullo. Algo muerto.
Lo entendió casi todo en un resplandor revelador, al sentirse empujado definitivamente y el proceso se completó. Por última vez miró hacia la entrada, todo rabia desesperada. Aun si tuviera el poder para intentarlo, una figura la flanqueaba. Le gritó como se grita a una montaña.
—¡Aquí no hay nada!
—No lo entiendes, pequeño demonio, soy Sandman.
Y, sosteniendo con suavidad un pincel entre sus dedos, terminó de dibujarle.

miércoles, 6 de mayo de 2015

ESTRÉS

Sentía cómo la oscura y recargada atmósfera pesaba sobre su cabeza. El temor le hacía fijarse en cada detalle, en cada movimiento; cualquier simple detalle le hacía temblar: el traqueteo del tren nocturno, la oscilación en la luz de una lámpara, un borboteo de la alcantarilla, el brillo en el espejo de la tienda de antigüedades...
Un ruido a su espalda le hizo detenerse; comenzó a girarse lentamente, mientras imágenes de locos con armas y monstruos extraños pasaban por su mente. Justo en ese momento, una gran mano se posó en su hombro. No pudo aguantarlo más, y lanzando un espantoso grito, cayó en redondo.

—Le juro que solo iba a preguntarle la hora, señor inspector; nada más.
—Ya, ¿y entonces va, y le da un infarto? Muy extraño ¿no le parece?
—Conozco a la víctima, era editor de un nuevo autor, un tal... Mmmm... Lovecraft, eso es, H.P. Lovecraft.

Y ahora me dirá que ese tal Lovecraft es escritor de terror, ¿no? Nada, nada, andando al cuartelillo.

SURREAL



¿Dónde va el mundo real cuando todos duermen?
¿Sigue existiendo, o todo se detiene hasta que alguien se despierta?

Para descubrirlo, un día todo el mundo acordó dormir al mismo tiempo, y el mundo se detuvo para siempre.

EL HAMBRE


.
Querido, no puedo esperar a que vuelvas de la guerra. Nos vamos, salgo con las primeras luces del día para tratar de llegar lo mas lejos posible, me llevo a los niños. Cualquier cosa que nos pase lejos de aquí es mucho mejor que lo que nos depara el destino si nos quedamos. Después de tantos años el amo volvió ayer al castillo. ¡Si lees esta carta, escapa! ¡Lord Tepes está hambriento!

domingo, 3 de mayo de 2015

EL OTRO LADO




He abierto la puerta. He asomado la nariz y he sentido el frío de la noche recorrer mis venas. No quiero salir pero tengo que hacerlo. Es el destino. Es la orden suprema.

Veo a la víctima acercarse, somnolienta. No se percata de que la acecho tras la puerta. Ella solo ve un reflejo del escaparate de enfrente. Cree que es otro espejo, uno más de los que recorren la calle.

Hoy ignoraba por cual de todas las puertas asomaría mi cuerpo oscuro, podrido, negro. Esta vez ha sido cerca. No tengo que esperar mucho. Escucho ya sus pasos, su respiración agitada. Camina rápido. El instinto humano la avisa, aunque ella ignore esa cualidad ancestral ya olvidada entre tanto hierro.

Al pasar junto a mi puerta la agarro del brazo. Ha entrado en mis dominios, ha desaparecido de la Tierra.

Hoy la orden suprema está contenta. La víctima elegida era perfecta para arrojarla al fuego que nunca se apaga. Todo debe continuar girando. Mientras existan seres humanos, existirá la Tierra.