lunes, 12 de mayo de 2014

CONSENTIDA

Quiero ese muñeco – gritó señalando el escaparate de la tienda de juguetes mientras su madre seguía ignorándola. La calle estaba abarrotada de gente. La madre sentía sus ojos fijos en la espalda a causa de la escena. - He dicho no – susurró fría con una mirada que habría acobardado a cualquiera excepto a su hija. Diez minutos después, la niña acariciaba aquel peluche que tanto había querido. Sonreía triunfadora. - Es hora de ir a casa – dijo su madre con voz cansada. - No. Ahora quiero un helado. - Es tarde. Va a empezar a llover – contestó mirando el cielo y empezando a perder la paciencia. No había terminado de hablar cuando gruesos gotillones chocaron contra el suelo. Pero la pequeña no se amedrentó. - Quiero mi helado. Ahora – empezó a saltar en los charcos que se iban formando y el pelo mojado se le pegaba a la cara. - Me voy - dijo la madre. Se dio la vuelta desesperada pensando que quizás eso la hiciese reaccionar. Avanzó un par de edificios y se dio la vuelta. Sólo vio el peluche en mitad de un gran charco. Regresó con el corazón en un puño, gritando su nombre. No aparecía por ninguna parte. La niña, oculta en un callejón detrás de unos cubos de basura, observaba. La madre gritaba, lloraba, suplicaba. Unas veces hacia el cielo, otras a la gente que pasaba por allí. Su hija siguió escondida esperando el momento para salir. De repente la mujer se llevó una mano al pecho y cayó al suelo. Muchos corrieron a ayudarla. - Voy a salir – pensó con tranquilidad la pequeña. – Ahora me dará mi helado. Conversación de chat finalizada