lunes, 29 de septiembre de 2014

LA COSECHA


La silenciosa noche trajo a los extraños. Se movían por la selva sin ruido. Nadie en el confiado poblado llegó a verles. Se deslizaron al interior de las cabañas de dos en dos y comenzaron a hacer desaparecer los cuerpos de sus moradores dejando solo un aura brillante que introducían en unas cajitas transparentes. Mientras llevaban a cabo su misión algunos articulaban extraños chasquidos con los que parecían comunicarse. El más alto del grupo lanzo un estridente cloqueo y todos se reunieron en el centro del poblado portando su brillante carga. Después desaparecieron dejando tras de sí un pueblo vacío.

viernes, 26 de septiembre de 2014

NOCHE CON SORPRESAS


Tumbada en el escalón de la Pirámide Maya, Luz observaba el cielo estrellado. Bostezaba una y otra vez sin poder contenerse. Se frotaba los ojos y los volvía a cerrar. - Vamos, tienes trabajo que hacer – gritó alguien. Ella se levantó enfadada y se dirigió hacia el bosque. Las ramas se le enredaban en el cabello y las rompía. Los adornos que llevaba se enganchaban y debía pararse continuamente para arreglarlos. Llegó a un pueblo y se dirigió al bar más cercano. - ¿Me invitas a una copa? – le preguntó a Juan, un joven que estaba apoyado en la barra, con su mejor sonrisa. – No me mires así. Soy animadora en las Pirámides que hay cerca de aquí – dijo señalando hacia el bosque y se rió. Le miró de reojo mientras cogía de su mano la copa que le ofrecía. Durante un par de horas rieron y hablaron hasta que se miraron a los ojos. - Ven conmigo – le susurró Luz al oído arrastrándolo después camino del bosque. Él se dejó llevar mientras ella le retenía las ganas escapando de sus manos juguetonas. Corría delante de él sin dejarse atrapar. Llegaron a las pirámides en poco rato y comenzó el ascenso. - Tengo una fantasía – le había dicho al oído – y a Juan se le abrieron los ojos como platos. Llegaron a la cima exhaustos. Y cuando él esperaba el ansiado beso, se encontró volando en el aire. Ella había accionado una palanca dejándolo caer. - Mi tarea ha terminado – dijo bostezando. - Ahora podré dormir cien años más.

domingo, 21 de septiembre de 2014

EL CUENTO DE LA HORMIGUITA VIAJERA



Erase una vez una hormiga que huyó de su hormiguero en busca de paz. Fue escondiéndose de hoja en hoja, viajó por los bosques, refugiándose entre los árboles, hasta que encontró otro hormiguero más grande. 

Allí pidió asilo y trabajó para la comunidad con ahínco. Consiguió construirse un habitáculo pequeñito donde almacenó sus pocos enseres, que había llevado consigo en su peregrinar. Y empezó a construir una nueva vida de hormiga.

Se acordaba, en ocasiones, de su antiguo hormiguero. De su habitáculo compartido con otras compañeras hormigas.
En una inundación lo perdió todo. El hormiguero quedó arrasado por una ola gigantesca de agua de riego.
En este otro hormiguero, nuestra pequeña hormiguita fue construyéndose esa nueva vida. Incluso encontró una compañera para compartir su habitáculo, pero el espacio era muy reducido y, a su amiga hormiga le encantaban los espacios grandes. Y no se sentí cómoda en aquel estrecho espacio de tierra.
Un buen día nuestra hormiga anónima se despertó y descubrió que estaba sola. Su habitáculo solo albergaba su pequeña hoja que hacía de cama. Su compañera había desaparecido, ocultándose entre la masa informe de hormigas.
El hormiguero era inmenso, tan grande que resultaba difícil conocer a otras hormigas. Y dudó. Pensó en salir al bosque y buscar otro hormiguero donde sentirse hormiga y no una simple obrera, igual a las otras trabajadoras.
Salió a la luz del sol y descubrió a su alrededor inmensos hormigueros repletos de hormigas desconocidas, millones de animalitos idénticos a ella. Dudó un segundo y pensó:
"No es la soledad de mi habitáculo lo que me asusta, es la enormidad de la masa que me rodea, desconocida y muda, lo que en realidad me da miedo."
Y tras ese profundo pensamiento surgido de su pequeño cerebro de hormiga, reculó y se internó en su hormiguero que, aunque era nuevo y de reciente construcción, le había acogido y cedido un pequeño espacio para levantar su nuevo habitáculo desde sus cimientos....

miércoles, 10 de septiembre de 2014

LAS CASITAS DE COLORES



Se mueven. Las casitas oscilan ante mis ojos. Me sonríen y yo les devuelvo la risa con cara de idiota. Me invitan a bailar y yo me mezclo en el parque con ellas.Danzo alrededor de sus cuerpos, babeo y canto.
A lo lejos se escuchan los sonidos estridentes de unos coches. Los ignoro. Me lo estoy pasando divinamente, bailando con las casitas de colores.
De repente algo me arrastra. Unas garras monstruosas de color negro me atenazan. El monstruo que me acecha ha regresado. Es blanco, como el habitante de las montañas, allá en el Tibet.
Y yo lloro, pataleo, me retuerzo. No quiero alejarme de mis amigas, las casitas de colores....

Me he despertado con dolor de cabeza. Estoy tumbada en una camilla estrecha y no puedo moverme. Un ser borroso se acerca a mi rostro y me mira con una linterna. Oigo su suave voz lejana pero clara:
_Responde, ¡vaya susto nos has dado! No vuelvas a escaparte y menos después de tomarte la medicación. Has asustado a todo el barrio...
Yo la miro con cara de espanto, recordando:
_¿Dónde están mis amigas? ¿Por qué no me dejáis ir con ellas?

lunes, 8 de septiembre de 2014

BREBAJES Y PARQUES INFANTILES



Vago por las calles sin mirar nada en concreto. No tengo nada y lo tengo todo. Cansado, me siento en el banco de un parque. Delante de mí, inmóvil, un mimo vestido de mago. Nos contemplamos largo rato sin hablar hasta que él, baja de su pedestal y se acerca a mí con un brebaje. - Pide un deseo y bébetelo – me dice. Se va y desaparece. No necesito nada, aunque tampoco lo tiro y camino hasta un parque infantil. Me siento en el césped mojado mientras acaricio la botella distraído. No necesito nada, lo tengo todo. Entonces recuerdo aquellos días en los que no hacía otra cosa que subir y bajar toboganes. Incluso puedo oír el chirriar de las cadenas de los columpios de mi niñez. Tengo sed y, sin darme cuenta, acerco la botella a mis labios mientras pienso en lo bonito que sería volver a ser un niño. Ya es tarde. El parque infantil cobra vida. Los columpios se retuercen. Me miran. Las casas de juguetes abren y cierran sus ventanas mientras la puerta me engulle sin darme tiempo a escapar. Soy un niño. Subo y bajo en el columpio, me deslizo por el tobogán. Soy feliz. Pero luego tengo que volver a clase. Mi profesor, que me tiene manía, a veces me castiga sin salir al recreo. En esos momentos, aburrido, miro por la ventana mientras observo la casa de juguete que se burla de mí.