sábado, 10 de mayo de 2014

LAS VIUDAS

Mientras Francine se entretenía jugando con su cubo y la arena del parque, la viuda Laurent departía discretamente con su amiga, la viuda Renard. - Has de presentarme a tu abogado, Madeleine. Nunca habría imaginado que un hombre tan ordenado y detallista como Bastien no dejase hecho testamento. - Mira que te lo advertí, Chantal, recuerda que te dije “es preciso cuidar los detalles”. Pero como eres tan estúpida vas y olvidas el más importante. Puedes ir despidiéndote de la fortuna de tu marido. - ¡No me digas eso, Madeleine! Creo que se me está poniendo mal cuerpo. Dame el nombre y la dirección de ese leguleyo, te lo suplico. - Ningún picapleitos de París podrá ayudarte, pequeña zorra. Bastien me lo dejó todo a mí, tengo un documento privado firmado en el bufete del Licenciado Leclerc, con Madeimoselle Garnier como testigo. Gracias por seguir mis instrucciones y deshacerte de tu marido y mi amante. La verdad es que, tal y como me confesabas, en la cama dejaba mucho que desear, cariño.