martes, 17 de febrero de 2015

MONERIAS



¡Estoy harto de vivir en este árbol!. Compartir rama con tanto vecino ruidoso es infernal, oigan. Los monitos de la vecina de la quinta rama no cesan de gritar en todo el día y por si fuera poco, cuando llega su pareja comienza una discusión sobre con qué compañías ha salido, por dónde ha andado y por qué ha tardado tanto en volver. Él dice que se junta con marsupiales, ¡marsupiales! ¡Jaaaaaaa¡ ¡Ja! El caso es que llega dando saltitos y tumbos de un lado para otro, con un plátano en cada mano, jurando y perjurando que lo ha perseguido un tigre dientes de sable toda la jornada...pero yo creo que se larga con sus colegas a tomar esa “hierba de la felicidad” que le hace realizar tantas monerías...entonces comienza la orquesta...y dura toda la noche, ¡¡¡Uuuuuhhhh!!...cómo deseo que algún día los dientes de sable aprendan a subir a los árboles.
El vecino de la rama de abajo es un vago; todo el día despiojándose y mirando al horizonte de la sabana como si no tuviese otra cosa que hacer que capturar a los pobres piojillos y engullirlos uno a uno. ¡Puaaaaaaajjjj! El de al lado todo el día de una rama a otra, y a otra, y a otra. ¿Es que no puede estarse quietecito durante un rato? Pero lo peor de todo llega al mediodía, cuando el disco amarillo quema en toda su intensidad dando rienda suelta a una infernal algarabía de gritos, chillidos, agitaciones de troncos y ramas de ramas...una locura colectiva que algún día me hará perder la cabeza.
Entonces es cuando el más cansino de todos, el que se lleva el plátano gigante, el vecino de la rama izquierda: el listillo, el sabelotodo, el lumbreras, comienza a lanzar todas sus extrañas teorías visionarias. Fíjense, dice que de aquí a un millos de años nos erguiremos sobre nuestras patas traseras, bajaremos de los árboles y conquistaremos la sabana, ¡Jaaaaaaa! ¡Ja! ¿Pero en qué mundo vives, monín?
No aguanto más, mañana mismo me cambio de árbol y ojalá que los tigres dientes de sable aprendan a escalar árboles de una puñetera vez.