sábado, 21 de febrero de 2015

EL ÁRBOL DE LOS 24 MONOS. VERSIÓN 3




   Los gritos de los niños irrumpiendo en la habitación me arrancaron de cuajo de aquel extraño sueño. Mientras hablaban de manera atropellada ambos,  mis recuerdos se teñían con el verde de unas hojas que conformaban la frondosidad de un árbol plagado de monos. Estos, como en una mala comedia de serie b, parloteaban sin parar de cómo conseguir la vida eterna y, cuando el más anciano de ellos iba a hablar, entraron los niños gritando y arrancándome dos años de vida con el susto.
   Ahora, sentado en la cama con mis dos pequeñajos hablando nerviosos de la excursión al  centro de animales,  no lograba borrar de mi mente la mirada de aquel simio sabio, ni las posibles palabras que no llegó a pronunciar.
—…24 monos —Dijo mi hija.
— ¿Qué has dicho? —le pregunté.
—Que tenemos que ver el Árbol de los 24 monos.
— ¿Y eso por qué? —Insistí yo.
—Porque  si caminamos por él siguiendo las indicaciones, al final el mono sabio te dará un gran consejo —contestó ella risueña.
— ¿Un consejo? —me extrañé.
—Si papá. Un consejo. Y a ti te podría dar la receta de la vida eterna…—y cuando se rió de manera psicópata y escalofriante, me desperté para ver que, como hacía más de un  año, seguía en mi celda del manicomio.