lunes, 16 de febrero de 2015

ELECCIONES GENERALES



- Cariño, cierra la cortina, que van a ver a quién votamos.
- Pues decídete pronto, que a las cinco empieza el partido.
La mujer tomó la papeleta de un montón y la observó con detenimiento.
-¡Cariñooo!
-¿Qué te pasa ahora, mujer? ¿Ya no te acuerdas de votar, o qué te pasa? LLego tarde al partido.
La mujer hacía pucheros mientras le mostraba la papeleta a su enfurruñado marido.
-Mira, ¿a quién narices voto? Los de la derecha, si te fijas bien, se lo llevan todo y no reparten. Mira ese con el plátano. Se ríe maliciosamente y no lo reparte con sus compañeros de árbol. Y los de la izquierda, no sé. Me crean muchas dudas. Mira esos, tumbados a la bartola, sin hacer nada. ¿Cómo van a levantar el país, cariño? Y los del centro solo hacen que balancearse de un lado a otro, me marean.
El marido observaba la papeleta. Su mujer tenía razón. Este año la elección estaba muy difícil. Así que, mirando su reloj, le cogió la papeleta de votación a su mujer y la hizo pedazos.
-¿Qué haces, cariño? ¡Estás loco! ¡Nos van a detener por romper las papeletas!
-No me importa, coge otra y déjame a mí. Sujeta la cortina que no me vean, mujer.
La mujer sujetaba la cortinilla roja del confesionario de votación secreta y su marido escribía con la cabeza agachada y el brazo ocultándolo todo, como en el colegio hiciera para que no le copiaran los exámenes.
- ¿Terminas? Se van a dar cuenta y van a venir a ver qué narices hacemos.
- Ya va, ya, pesada.
Y terminó de votar. En la papeleta los monos colgaban boca abajo, y lloraban. Encima del árbol una nube negra lanzaba rayos contra ellos.
El hombre contempló su magnífica obra de arte y la metió en el sobre.
- Toma, mujer. Vota y vayamos a ver el partido que se hace tarde.