lunes, 2 de febrero de 2015

5 MINUTOS


La brisa soplaba ligera, apenas me movía el cabello.
Levanté la taza de café y humedecí los labios en él. Perfecto, muy caliente y sin azúcar. Café.
Estiré las piernas bajo la mesa, y relajé los músculos de la espalda mientras cruzaba los brazos y suspiraba.
Di otro corto sorbo al ristretto y cerré los ojos dejándome llevar por el aroma que llenaba mi paladar.
Exhalé poco a poco esa fragancia a través de la nariz.
Mis 5 minutos de felicidad diaria.
Sonreí.

Para que luego digan los físicos que no se puede detener el tiempo.