domingo, 2 de noviembre de 2014

TRECE OSOS


Era el día de su cumpleaños y prepararon una gran fiesta. Había muchos invitados y ella bailaba feliz ante ellos, reunidos en la sala de música. Veía las caritas sonrientes de sus amigos y soltó un gritito de contento. Lo mejor vendría al terminar su danza.
Sus padres estaban junto a las puertas dobles, sonriendo trémulamente. Acababa de marcharse el Dr. Mesmer, tras asegurarles que el procedimiento empleado era totalmente fiable.
—¿Crees que todo saldrá bien, James? Costó mucho ocultar el incidente del año anterior...
—Es una eminencia en su campo, Katy. El doctor me ha asegurado que trece son suficientes.
—¿Y si en el último momento se da cuenta? Podría revolverse contra nosotros.
—Confía en Mesmer, cariño. Lo que ocurrió no pasará de nuevo, te lo aseguro, hemos tomado todas las precauciones. Mi bolsa aún recuerda lo que supuso callar a algunos investigadores...
Los aplausos resonaban en su cabecita, atronadores. Hizo una reverencia y al levantar la mirada les vio distintos, difusos. No aplaudían ni jaleaban, ¡se estaban burlando! Sus caras eran muecas retorcidas, de tanto reírse de ella .
Trastabilló hacia atrás y su mano encontró el cuchillo para cortar la tarta sobre la mesa. Se abalanzó y empezó a dar tajos a todos ellos, frenéticamente, mientras aullaba de rabia.

Katy empezó a temblar al escucharla, recordando a los niños heridos del año anterior. James obligó a su mujer a salir y cerró la puerta con llave, dejando a su hija cercenando osos de peluche.