domingo, 16 de noviembre de 2014

EL LUGAR EXACTO



—¿ No te das cuenta? No volverá.
Ingrid se giró por un momento de la visión del agua y le miró, sin decir nada.
—No puedes venir aquí todos los días, esperando su regreso, sea invierno o verano. Algunas noches también acudes, cuando la luna lo permite. Te he visto.
—¿ Acaso me vigilas?
Tan parca en palabras... Sven se dejó caer en el banco, desalentado. Estaba a punto de desistir, por el amor que ella aún sentía por el maldito Jackus, el recuerdo continuo... Si no, no entendía este acudir al mirador, que asemejaba cierta locura, dado el tiempo transcurrido.
—Vuelvo a la granja. Tengo que atender a los animales.

Ingrid no dijo nada, ni se molestó en decir adiós. Escuchó los pasos alejándose y sólo entonces se permitió derrumbarse, aferrándose a la barandilla con toda su ira como fuerza. Inspiró profundamente, mientras obligaba a su metabolismo a filtrar ese aire, casi irrespirable para ella.
Los despreciaba. A todos. A Jackus, a quien ahogó justo enfrente cuando descubrió su secreto. A Sven, con el olor nauseabundo de todas sus bestias encima... Era asqueroso el lugar donde fue destinada.
Ya anochecía. Dirigió sus pupilas modificadas al firmamento, con un estremecimiento visible.
Este era el lugar de recogida. Cada vez faltaba menos para su relevo.