La anciana de extrañas vestiduras yacía en la acera, el Técnico Sanitario de urgencias le realizaba las maniobras de recuperación de forma afanosa. Cuando llegó se encontraba en parada.
Era la loca del barrio, paseaba por sus calles canturreando y vestida de forma estrafalaria; Grandes sombreros, largas faldas, pañuelos de alegres colores y una extraña felicidad pintaba su cara. No hacía ningún daño, solo cantaba, o contaba cuentos fantásticos que a toda la chiquillería alegraban.
El técnico acercó su rostro, para oír si respiraba y un vaho de la boca de la anciana le envolvió la cara. Se sintió aturdido no entendió lo que le pasaba. Continuó atendiendo a la pobre anciana, certificó su muerte y con una rara desazón se fue a casa. Esa noche soñó con unicornios, ninfas y hadas. Viajo por paisajes llenos de criaturas mágicas. Cuando despertó se vio rodeado de páginas, y páginas, escritas de su puño y letra llenas de cuentos, de historias y muchas cosas raras.
Dejó su trabajo y cuando le pidieron el motivo, él escribió en su renuncia…”He sido poseído por un mundo de fantasía y magia”.
