viernes, 14 de marzo de 2014

LA BÚSQUEDA

Sus manos, curtidas tras largo tiempo en la mar, se aferraban ávidas a un cabo que había formado parte de las jarcias del Milagro. Si sólo pudiera hablarle, decirle que llevaba una eternidad persiguiendo esos ojos negros que había buscado en cada mujer que encontraba y en cada barco que abordaba. Esos ojos que habían poblado cada sueño desde hacía tanto que ya no recordaba haber soñado nada más en su vida. Y los había encontrado en ella. En esa noche aciaga en la que sus dos navíos se encontraron a la luz de la luna llena. Una forma oscura se acercó a él despacio y al levantar la vista volvió a ver aquellos ojos mirándole desde lo alto del castillo de proa. Por unos segundos creyó encontrar reconocimiento en los mismos, pero ya estaba cansado de luchar por su vida y dejó que el mar se cobrase su deuda. Las aguas lo arrastraron al fondo mientras unos ojos negros le acompañaban en su descenso.