martes, 22 de abril de 2014

TU SUEÑO PUEDE HACERSE REALIDAD

La playa rebosaba gente. Llevaban un mes anunciando que allí iban a lanzar miles de globos y que uno de ellos estaba premiado. “Tu sueño puede hacerse realidad” rezaba el eslogan. El día estipulado, a la hora convenida, un avión se acercó y vació su contenido. Los globos fueron cayendo en masa unos, otros solitarios. La muchedumbre, apelotonada, se daba codazos, empujaba y arañaba para hacerse con uno o más. Sus expresiones pasaban desde de la alegría y la esperanza cuando lograban coger uno, a la desilusión al explotarlo y no encontrar nada. Un último globo negro, apenas hinchado, cayó en las manos de la única señora que descansaba en una tumbona. - ¡Bah! ¡Tonterías! – dijo mirándolo y tirándolo lejos. La gente se miraba entre sí, nadie había resultado ganador. Algunos murmuraron que era un timo, otros que se habían burlado de ellos. Divisaron el avión y comenzaron a arrojarle todo lo que tenían a mano creyéndolo el culpable de sus desdichas. No tardó en huir viéndose el centro de su indignación. La muchedumbre se fue marchando: irritados unos, cabizbajos otros, hasta que no quedó más que aquel pequeño globo negro rodando por la arena entre los restos explotados.