miércoles, 9 de abril de 2014

CORRO

Corro, corro, no puedo parar me está alcanzando, noto como resopla en mi nuca. Huelo el hedor de su aliento, un vaho húmedo y cálido que me envuelve. Corro, corro, sigo corriendo, pero no consigo que mis piernas lo hagan a la velocidad adecuada, logro torcer la esquina, quizás llegue. Noto como sus garras me rasgan la camiseta y el ardor de sus uñas en mi espalda que empieza a sangrar. Acelero y cruzo el paso de peatones. El golpe me desplaza diez metros, dejándome tendida en el suelo como un juguete roto, y ya no noto nada. No vi llegar el autobús. Ahora todo es oscuridad.