domingo, 31 de mayo de 2015

EL VENDEDOR DE GLOBOS


La música de la feria va quedando detrás mientras el viejo vendedor de globos se dirige hacia las afueras del pueblo. Poco después de pasar junto a la última casa, unas voces blancas llegan hasta él. La música que silba entre dientes muere poco a poco. Se gira lentamente y espera a que las niñas lleguen a su altura. Se fija particularmente en la mayor de las tres, en el vestido con estampado de grandes flores, en su media melena, en su mirada... Las dos más pequeñas reclamaban su atención eligiendo primero un globo, luego otro... finalmente decide por ellas y agachándose, les cede un cordel a cada una, que callan de repente, asombradas ante sus magníficos globos. La mayor parece todavía un poco reticente. El vendedor silba de nuevo la tonadilla entre dientes, casi inaudible. La muchacha se acerca, como si flotara. El anciano coge un tercer hilo, lo separa del resto y se lo entrega. De repente, las tres niñas se marchan corriendo, delante de él, alejándose del pueblo. Van cantando la cancioncilla que acaban de escuchar de labios del vendedor. Éste sonríe mientras abre su mano y deja que una miríada de casas se alcen hacia el cielo. Ya no le hacen falta. Lentamente, reanuda su camino, siguiéndolas. El silbido es apenas imperceptible.