jueves, 19 de junio de 2014

¡QUÉ EXTRAÑO!



¡Qué extraño! Tanta luz a mi alrededor que apenas sé lo que es la oscuridad. 
Camino por las aceras, por los caminos de piedra y de hojarasca muerta. Pero nadie me habla, todos me ignoran.
¡Qué extraño! Echo de menos el silencio. Demasiado ruido me acompaña, sonidos apenas entendidos por mi cerebro medio podrido.
¡Qué extraño mundo es este! Ya no huelo a hierba fresca, todo es humo, todo es luz infinita, hasta la noche se ha convertido en día. Y mis ojos doloridos quieren apagarse pero no pueden porque la oscuridad infinita se ha retirado lejos para no dejarme descansar ni un miserable segundo en este cansino camino de mi vida perdida.
¡Qué extraño me siento! Vacío, sería la palabra adecuada, rebuscada en la basura de un diccionario roído por las ratas del olvido.
Camino, acompañado por las luces de neón, por las sirenas de las ambulancias, por los maullidos de un gato perdido en un tejado olvidado.
¡Qué extraño! Busco un lugar recóndito donde quedarme solo con mis sueños y encuentro un agujero de gusano en el espacio humano.
¡Qué extraño! He encontrado un segundo de felicidad absoluta, compartiendo mi hulmidad con la soledad de un bosque abandonado. Creo que me quedaré aquí a echarme la siesta un rato...