domingo, 26 de julio de 2015

OJOS CASTAÑOS


Con un gesto desesperado sacudió la cabeza, para evitar que las lágrimas asomaran en sus ojos castaños. Veía la captura, impotente, desde una loma cercana. Con la nobleza de su sangre trató de acercarse y luchar, mas no podía avanzar ni un paso en su dirección, maltrecho como estaba.
Los llamamientos entre sus hermanos, los golpes de los cascos en los cuerpos, el miedo, le volvió loco. Las olas, al llegar a la orilla, le pedían al mar que golpeara también o las llevara en espuma entonces, fuera de esa locura...

¿Quién dijo que los caballos no lloraban?