sábado, 4 de julio de 2015

DANZA




Danzaba. Era la hacedora de mundos. Y danzaba. Cada uno de sus movimientos mutaba todo aquello que le rodeaba. Y danzaba. Los vientos la rodeaban, sacudiendo sus vestimentas, extrayendo de ellas el agua de la vida. Y danzaba. Las gotas de lluvia caían de los cielos, atraídas por su mágico paraguas. Y danzaba. Con un gesto, las tierras yermas se transformaban dando lugar a grandes bosques, a fértiles tierras, a enormes desiertos. Y danzaba. De puntillas, para evitar romper el frágil equilibrio de sus creaciones. Danzaba. Cerrando los ojos para concentrarse en la música que solo ella podía oír. Danzaba. Ajena a la destrucción que sus hijos llevaban a cabo, millones de mundos más allá.

Danzaba. Porque eso es lo que ella hacía; era la hacedora de mundos. Protegerlos o salvarlos no caía en sus obligaciones. Solo danzaba.