sábado, 25 de julio de 2015

CUENTOS

—Y cuando los mozos, agotados, lograron reunir los caballos, se dieron cuenta de que varios de ellos se habían perdido en las aguas; pero ignoraban que esa era la voluntad de Dios, porque aquellos caballos perdidos sobrevivieron bajo las aguas, y se adaptaron, transformándose en lo que hoy denominamos Caballitos de mar.
—¡Puf! Perdóname, abuelo, pero eso no hay quien se lo crea; los caballos de tierra y de mar son tan distintos, que es improbable que deriven el uno del otro. Lo siento, pero no es lógico.

¡¿Qué forma es esa de responderle a tu abuelo?! ¿Acaso conoces tú mejor el origen de las especies, Charles? ¡Habrase visto, el mono este...!