sábado, 7 de marzo de 2015

GOLPE DE CALOR


El calor golpeaba fuerte aquella tarde. Ruth miró la calle inquieta a través de los cristales sucios y encendió el ventilador pues su abanico no daba abasto. Los pocos que se atrevían a pasear luchaban contra sus chancletas que se pegaban al asfalto. La mujer miró el cuerpo sin vida de su marido y comenzó a morderse las uñas pensativa: — ¡Ya sé! ¡Claro! ¿Cómo no se me habrá ocurrido antes? Está clarísimo. Ha sido un golpe de calor — susurró convencida mientras miraba distraídamente la sartén humeante del fregadero que tenía unas manchas muy sospechosas.