domingo, 21 de febrero de 2016

MORIRÉ DE NUEVO


Yo le dije a "la Rocío" que me dejara en un buen lugar. Quería ver el acantilado y el faro de mis desvelos en vida. Y ella, obediente, me enterró en la punta de la agreste montaña.
Todas las mañanas escuchaba el romper las olas contra las rocas. Bajo mis pies sentía la húmeda tierra y abrazaba con mis largas uñas a los pequeños y blanquecinos gusanillos que correteaban en mi cuerpo putrefacto y húmedo de bilis y esencias varias. Los sentía ascender por mi cuerpo muerto hasta sentirlos en las cuencas de mis ojos y hurgar en mi cerebro descompuesto.
"La Rocío" venía todos los sábados a regarme con mimo. La escuchaba gemir y rezar no sé cuales oraciones a no sé quién de allá en los cielos vacíos. Yo movía mis ramas alegre para que se percatara de mi presencia y observaba como alguna hoja, ya marchita, caía desde mi copa y se le enredaba en su pelo. Ella la agarraba con cariño y la olía, y se la guardaba entre las hojas del libro que traía para leer apoyada en mi "troncoespalda" durante un tiempo que se me hacía corto.........


..........Hace tiempo que ya no veo a "la Rocío". La echo de menos. No viene nadie a visitarme y no atisbo el mar desde mi cúspide. He crecido a lo alto para conseguir salvar el escollo que me han colocado delante. Pero esa mole de piedra blanca es más alta que mi poder de árbol. Unos niños juegan al "pillapilla" alrededor de mi cuerpo.
Como en esta soledad infinita solo puedo pensar y recordar momentos antiguos, he llegado a una terrible conclusión. Un final que nunca deseé en vida.
Moriré de nuevo, tras engordar mi tronco. Cuando sea grueso, tan grueso que mi peso derribe esa casa; moriré de nuevo, y me arrojaré al mar que fue mi tumba en otra vida, llevándome por delante esa horrible construcción humana que ha cerrado mis ojos a mi pasado marino.