sábado, 19 de marzo de 2016

EL GATO



La puesta de sol entristecía más el momento. Había llegado la hora y no podía retrasar la despedida. Acarició su pelaje suave y besó su cabecita peluda.
Justo antes de que el sol desapareciera entre las montañas soltó al animalito y huyó del lugar mientras las lagrimas resbalaban por sus mejillas y mojaban su ropa. Llegó a su casa y cerró las contraventanas. Atrancó la puerta con un armario y se escondió en su cuarto, bajo tres mantas.

La oscuridad lo invadió todo. El ser que de día fuera un dulce gatito se convirtió en una gran bestia entre estertores de dolor. La luna iluminó el bosque y la criatura peluda, ahora desgreñada y sucia, se adentró entre la espesura en busca de alimento...