miércoles, 30 de julio de 2014

VUELVEN LAS NUBES


Vuelven las nubes, tras el largo estío, y seguramente, con ellas, la lluvia. Sé que los libros están fuera, en la azotea, pero no importa, no. Los dejé allí adrede. Con algo de temor al principio, sí, pero con toda la intención del mundo, porque su momento había pasado. Durante todo el verano, en cada uno sus días, habían sido mi sustento, el alimento vital que mitigaba, en su justa medida, la soledad que su marcha me había provocado. Seguramente, sin ellos, no habría podido sobrevivir. Seguramente, sin ellos, la habría seguido sin dudar. Pero no, allí habían estado. Junto a mi. Cubriéndome, matizando la decepción, la amargura, el desamor que la muerte había provocado. Porque había sido eso, ¿no?, una muerte en vida, la jeringuilla permanentemente anclada en su vena... Tras ella se había marchado abandonándome. Y tras su marcha solo encontré los libros. Y soy un hombre agradecido, no lo dudes. Por eso... Esa es la razón. Las nubes han vuelto y los libros permanecen a la intemperie, en la azotea. Porque confío que con ellas lleguen las lluvias. Y que éstas los hagan multiplicarse....