domingo, 17 de abril de 2016

FOTO DUPLICADA



La copia de la foto que llevaba en mi cartera estaba tan deteriorada por el roce y el paso de los años que la imagen aparecía difuminada y sus bordes ajados.  Después de pensarlo mucho decidí buscar los negativos y realizar otra copia.  No quería olvidar su rostro. Desde su muerte a tan temprana edad,  su imagen se iba desvaneciendo de mi memoria.
Busqué en ese cuarto infantil de muebles y estanterías polvorientas, abandonado desde hacía dieciséis años.  Al fin, en el fondo de un cajón, encontré los negativos. Eran las fotos en las que capturamos, detenidos en el tiempo, sus primeros pasos.  En ellas aparecía mi hija con apenas veinte meses  sobre una hierba de un color verde, tan intenso e irreal, que parecía pintada con rotuladores brillantes. Una nube de algodones de dientes de león revoloteaba alrededor de sus cabellos rubios dándole un aspecto mágico a la escena. Nuestra pequeña nos regalaba esa sonrisa infantil que desarma, esa mirada inocente que sólo poseen a esa edad.  No abrí el sobre cuando fui a recogerlas, quería verlas a solas, recrearme en el dolor de la pérdida y revivir los recuerdos de aquel día yo sólo.
María había oído el ruido de la puerta al cerrarse.  Sabía que su marido habría llegado con las copias de las fotos.  Ella le había pedido que no las revelara, pero agotada ante su insistencia, había cedido y quería volver a verlas.  Quizás él tuviera razón.  Los dos habían superado su adicción al alcohol y debían continuar cerrando heridas.
Se dirigió al despacho en su búsqueda. Cuando entró apresurada lo vio, y el dolor volvió a rasgarle las tripas. Su marido estaba hundido en su sillón, con los ojos abiertos y la mirada perdida, inmóvil, posando ante la muerte.  En el suelo, la foto de una joven rubia, rodeada de una nube de dientes de león, se encontraba en un prado de hierba de un repugnante verde intenso, desde dónde les dedicaba una mirada oscura de inmensa furia.Entonces lo supo, supo que su pequeña había crecido y no les había perdonado que la olvidaran en el coche al sol en el parking de aquel bar de carretera.