—Mamá, ¿cuándo volverá papá?
—Pronto, cielo.
—¿Y por qué se ha tenido que
marchar tan lejos? —preguntó el pequeño del gorro, entre trompetazo y
trompetazo.
—Para poder reunir dinero, y
compraros cosas bonitas, cariño.
—Pero, no lo entiendo —comenzó el
mayor de los cuatro—, si papá se va a trabajar fuera, y otros extranjeros
vienen a trabajar aquí, ¿por qué no puede papá hacer ese trabajo?
—Eso, hijo mío, solo Dios lo
sabe... Bueno, él y los mercados internacionales.