El viajero salió corriendo del
puente, pero no con la suficiente rapidez; la onda expansiva le alcanzó,
derribándole. Inmediatamente se enderezó, y conteniendo el aliento miró hacia
atrás. Suspiró aliviado al ver que sus grotescos perseguidores habían quedado
convertidos en piedra, como él esperaba; criaturas como esas no podían existir
en un mundo tan simple.
Se levantó, sacudiéndose la
tierra de la ropa, y miró a su alrededor; el portal había quedado cerrado.
Tenía que buscar otra puerta para volver a casa.