miércoles, 18 de noviembre de 2015

INDIGNO



—Lo siento, pero sigo sin creer que sea mío.
—Me estás insultando con tus dudas ¿me oyes, bien? ¿Acaso dudas de mi fidelidad?
—No, claro, pero mírale; tan simpático, con esos grandes ojillos, de piel clara... No, no puede ser un hijo de la oscuridad.
—Dos cosas: una, si es tan mono, es culpa tuya, por emborracharte y engendrarlo en Navidad...
—Ehm, sí, no debí beber la sangre de aquel borracho...
—Y dos, al menos es vampiro; podría haber sido peor. Mira a Drácula, que adopta a una niña*, y se le va con el primer dragón que pasa.


* Ver Dracurella, de Julio Ribera.