martes, 26 de agosto de 2014

NADIE ENTRARÁ AQUÍ


El cuerpo se descomponía en el jardín de la casa a modo de aviso. Cualquiera que se atreviese a pisar aquella propiedad, recibiría el mismo castigo, parecía querer decir. Incluso cuando murió, su espíritu vagaba por aquel lugar impidiendo las entradas y salidas. Así fue como aquel guarda del cementerio obligó a todo un pueblo a construirse otro camposanto. Esta vez tendrían mucho cuidado en la elección de la persona que fuese a trabajar allí.