domingo, 13 de septiembre de 2015

UNOS BURROS INTELIGENTES



Salí a dar mi paseo matutino y cuál fue mi sorpresa al ver a mi amigo que 
quería plasmar sobre su lienzo unos preciosos burros.
Lo que mi amigo no se podía imaginar, iba a suceder.
Ahí estaban los dos burros, tranquilos, comiendo de la verde hierba fresca del prado, atados a los extremos de una misma cuerda.
El problema comenzó cuando los dos burros querían comer a la vez y en distintos lugares.
Cada uno tiraba hacia un lado distinto, el que estaba a la derecha inició un forcejeo, la cuerda que les ataba les impedía avanzar. 
El burro de la izquierda empezó a tirar con igual fuerza que el otro.
Por supuesto ninguno de los dos avanzaba para lograr el objetivo que perseguían.
Uno de los burros le pedía al otro que se rindiera y el otro le respondía que el que se debía de rendir era él.
Mi amigo y yo los mirábamos estupefactos.
Así siguieron un buen rato, el uno tiraba con más fuerza que el otro, sin poder ninguno alcanzar su propósito.
Hasta que ambos cansados por el esfuerzo realizado se sentaron a reponer fuerzas, viéndose el uno al otro sin pronunciar palabra.
Ese silencio les sirvió para reflexionar y, después de un rato, tomaron al unísono la decisión que surgió de sus cavilaciones. 
Se dirigieron ambos primero a la  derecha y luego hacia el otro lado, logrando ambos su objetivo en cooperación inteligente. 
Mi amigo al final pudo realizar la pintura que deseaba.