jueves, 29 de enero de 2015
miércoles, 28 de enero de 2015
APARECERÍAN
En cuanto atravesara la
cristalera, aparecerían. Veía la terraza tan vacía desde donde ella se
encontraba...mas, al traspasar el umbral transparente, surgiría el mismo
escenario (sólo un momento antes sin un alma) con sus mesas y asientos
atestados, desbordante de gente con copas de cristal en sus manos. Lo que antes
era silencio, se convertiría en un murmullo caótico, multiplicado en docenas de
bocas que sonreirían, moviendo sus labios rosados.
La primera vez que sucedió
retrocedió por la sorpresa y todo desapareció como por arte de magia o una
alucinación. No quiso salir de nuevo a la terraza, pese a verla de nuevo
solitaria y se fue alejando por el pasillo en sombras, aturdida. No quería
volver a cruzar esos cristales, pero algo la atraía irremisiblemente a ese
lugar...
Una corriente la sacudió cuando
lo hizo por segunda vez. Permaneció inmóvil tras sus primeros pasos, mientras
esa cacofonía alrededor iba cobrando cierto sentido. Nadie parecía darse cuenta
de su presencia, nadie la miraba, como si no existiera. Y esa idea le produjo
un vértigo aterrador.
En la mesa cercana, una mujer se
ajusta el chal sobre sus hombros, quejándose del repentino frío. El hombre
maduro junto a ella contesta, riendo:
LAPSO
El contraste del cálido café que
le bajaba por la garganta con la fresca brisa que le llegaba de la terraza
ejerció un efecto balsámico sobre su cuerpo; por primera vez en mucho tiempo,
estaba completamente a gusto y relajado. Cerró los ojos y tomó aliento,
complaciéndose de aquel perfecto lapso de tiempo.
Pero al abrir la boca para llamar
al camarero, todo volvió a su mente; y mirando más allá de la barandilla, se
derrumbó sobre sí mismo.
martes, 27 de enero de 2015
EL CHIRINGUITO
Las calles mojadas y el cielo gris pintan de
una forma tan clara mi interior que asusta.
Espero en la terraza mientras anhelo las risas y los susurros de clientes que no llegan. A ratos cojo una servilleta, la arrugo en la mano hasta convertirla en una bola y la lanzo a la papelera más cercana.
El frío me hace refugiarme en la chaqueta y calarme el gorro de cocina hasta no ver nada. No oigo pasos, así que me relajo en el respaldo del asiento. Me caliento los dedos con mi zippo y observo cómo se consume mi cigarro. A veces saboreo una enorme calada que me hace toser.
— Si tan sólo me hubiese asegurado de apagarlo bien antes de tirarlo a la basura… — pienso.
Las llamas lo engulleron todo. El chiringuito fue pasto de ellas durante la ausencia de los bomberos. La lluvia fina que salía de sus mangueras intentaba aplacar su fiereza pero no sirvió de nada. Aquel agua calmaba mi calor interior. Los bomberos se fueron cuando no se pudo hacer más. Sólo yo seguí al pie del cañón como el capitán de un barco que naufraga.
No busco espejos, no quiero ver mi imagen. Aunque ni siquiera sé si mi copia tendría el valor de mirarme a la cara.
El calor penetra en mí como un torbellino juguetón.
Mientras llueve de nuevo, refrescándome, pienso:
— Qué diferente sería mi vida si no hubiese deseado quemarlo todo y desaparecer.
Espero en la terraza mientras anhelo las risas y los susurros de clientes que no llegan. A ratos cojo una servilleta, la arrugo en la mano hasta convertirla en una bola y la lanzo a la papelera más cercana.
El frío me hace refugiarme en la chaqueta y calarme el gorro de cocina hasta no ver nada. No oigo pasos, así que me relajo en el respaldo del asiento. Me caliento los dedos con mi zippo y observo cómo se consume mi cigarro. A veces saboreo una enorme calada que me hace toser.
— Si tan sólo me hubiese asegurado de apagarlo bien antes de tirarlo a la basura… — pienso.
Las llamas lo engulleron todo. El chiringuito fue pasto de ellas durante la ausencia de los bomberos. La lluvia fina que salía de sus mangueras intentaba aplacar su fiereza pero no sirvió de nada. Aquel agua calmaba mi calor interior. Los bomberos se fueron cuando no se pudo hacer más. Sólo yo seguí al pie del cañón como el capitán de un barco que naufraga.
No busco espejos, no quiero ver mi imagen. Aunque ni siquiera sé si mi copia tendría el valor de mirarme a la cara.
El calor penetra en mí como un torbellino juguetón.
Mientras llueve de nuevo, refrescándome, pienso:
— Qué diferente sería mi vida si no hubiese deseado quemarlo todo y desaparecer.
NADA
El silencio le hablaba: “¿Va a tomar algo el señor?”.
“Por supuesto, un Bourbon”, respondió.
“Buena elección señor”, sonrió el no-barman mientras escanciaba el licor en la copa. El cliente se llevó su mano vacía a la boca y tomó un trago; dirigió su mirada hacia la mesa deshabitada y saludó con una sonrisa.
“Sírvale una copa a esa chica”.
“El señor es todo un caballero”,respondió elegantemente el barman mientras obedecía al instante la orden. “¿Sabes ? -dijo el cliente- Me encanta este lugar: excelente servicio, chicas guapas...y mucha tranquilidad”. “Me alegra escucharle decir eso, señor”, le sonrió el silencio mientras pasaba un trapo fugaz sobre la barra. “Nos alegra que un gran cliente como usted se sienta aquí a gusto”
Mientras sostenía sumirada con la vacía mirada en la solitaria mesa, el cliente sonrió. “Creo que tengo plan para hoy. Si, creo que tengo plan”. La nada le sonrió guiñandole un ojo con cierta complicidad.
“Buena chica -le dijo-, también es cliente usual de aquí; creo que congeniarán bastante, señor. Le deseo suerte”.
El cliente sonrió mientras apuntaba al no-barman con su dedo índice agradeciéndole el comentario; Pidió otra copa de nada y tomándola en sus manos se levantó y se dirigió hacia la mesa, la voz del no-barman le acompañó: “...Y no olvide el señor que siempre estaremos aquí para usted...”
Soledad. Vacío. Nada
MESAS ABANDONADAS
Contemplo las mesas de madera
húmedas bajo el cielo plomizo de un invierno frío y gris. Mesas tristes abandonadas por familias que
buscan la felicidad en paisajes
preparados como escenarios de un anuncio publicitario. Miro alrededor
buscándolos y no los veo, giro sobre mis talones y giro sin verlos. ¿Dónde está mi familia feliz? ¿Dónde mis dos
pequeños? ¿Dónde aquel que me
amaba? Perdí el mundo, la gente
desapareció. Mis ojos solo ven un lago
plano e inmóvil y unas mesas vacías.
Volveré a casa. Pero en la
quietud del paisaje sigo inmóvil girando sobre mí eje.
Intento buscar en mi memoria la imagen del
último recuerdo feliz y buscarlos allí. Y La visualización fue dolorosa. Vi a mis pequeños llorando. La mirada iracunda
en un rostro desencajado del que creí que me amaba. Note el suelo helado contra mi rostro como
una lápida, mientras la vida se escapaba
de forma húmeda y caliente. Vi la ira en tus ojos y el cuchillo en tus manos
teñidas en rojo. Por fin recordé por qué
os buscaría sin encontraros. Porque estaba muerta.
sábado, 24 de enero de 2015
CENA CON VELAS
Esta es la noche. Mi noche. Tu noche. Vas a
llegar envuelta en el misterio que ansiabas, traspasando el umbral del deseo de
tu corazón. Serás la princesa del cuento y vivirás una velada especial. Habrá
velas en todas las mesas. La música del mar con su relajante melodía. Las luces
del anochecer en el marco del horizonte acompañarán tu mirada de ojos verdes.
Tendrás besos, caricias y mimos. Un “te
quiero” y una cajita de terciopelo azul que dentro guarda todo mi amor.
Negarás con la cabeza, llorarás como una tonta y no podrás quitar las manos de
tu cara. Y con el postre, la magia de la noche acudirá a nosotros y nos
convertirá en eternos amantes. Como siempre. Desde siempre. Para siempre.
Con las primeras estrellas de la
primavera, las brumas de dos espíritus
enamorados se sientan a la mesa desde tiempo inmemorial. Nadie les molesta,
nadie los observa. Y las canciones que hablan de su trágico final solo son
escuchadas por aquellos que creen en el amor después de la muerte.
lunes, 19 de enero de 2015
SEÑALES DE HUMO
Aprendí a hacer señales de humo en mi más tierna infancia. Me enseñó mi abuelo Hermenegildo que en paz descanse y Dios lo guarde en el cielo hasta que yo llegue.
Hoy he observado que en lo más alto del bosque Orunga se atisban pequeñas señales de humo. No consigo identificarlas muy bien pero sé que me buscan, son las señales que llevo años esperando.
He encendido una hoguera y he robado la manta de cuadros chilenos de mi pobre madre muerta. La he dejado disecada en la cocina. Hace años que murió pero su pensión me llega puntualmente todos los veintiocho de cada mes. Y una no está para dejar de percibir esa pequeña ayuda. Me permite permanecer en el pueblo, en mi casita de madera; y solo acudir al mercado cada lunes para comprar las frutas y verduras de toda la semana.
La hoguera ha prendido rápida. Recuerdo que es San Antón y aprovecho la lumbre para arrojar a la cacatúa de Bartolo, mi hermano. No tiene plumas, está loca de remate, se las arranca ella misma y solo sabe graznar, me pone de los nervios. Le diré a mi hermano que la acerqué a la hoguera de la plaza para que la bendijera el cura y que se escapó graznando enloquecida. Era propiedad del demonio, seguro.
Con la manta de cuadros de mi madre Hortensia hago las señales de humo que aprendí de mi abuelo. Y contemplo el horizonte en busca de una respuesta.
Si es el sí que tanto anhelo, arrojaré a la momia de mi madre al fuego para que descanse y saldré corriendo en busca de aquel que me haya contestado. Me lo dijo la bruja de la Lola. "Tu amor llegará del cielo, en forma de nube. Un sí hecho con humo será la señal y tú deberás acudir a su encuentro".
Y aquí estoy, esperando. Nada. Ya hace horas que la hoguera murió. Mi madre sigue sentada en la mecedora de la cocina, con las cuencas de sus ojos vacías, mirando la nada que la aguarda.
De pronto un pequeño círculo se eleva en el cielo. ¡Es humo! Y es un sí, un círculo pequeño que se va agrandando hasta hacerse un enorme círculo que asciende hasta el cielo, donde desaparece absorbido por la atmósfera.
Corro a la casa a recoger a mi madre. Sin apenas darme cuenta la he arrojado a la hoguera apagada. No importa. Está tan mustia que al caer al suelo, se ha hecho pedazos. Nadie descubrirá su cadáver jamás.
Y corro, corro como el viento, hasta llegar a la falda del monte Orunga. Allí observo. La proximidad de aquel que ha encendido el fuego me hace temblar desde el pelo hasta la uña de mi pie izquierdo. Me escondo tras un tronco de un árbol muerto y aguardo.
El ser que ha enviado la señal no tiene una hoguera encendida. Fuma en pipa. Una pipa gigante, como un saxofón de grande. Y de su cuerpo de pipa surge otro círculo, primero minúsculo y después haciéndose más grande, hasta llegar a convertirse en el enorme anillo que viera yo antes desde mi cabaña de madera.
Me acerco y saludo tímidamente. El dueño de la extraña pipa me mira. Quedo paralizada del terror. No tiene ojos, solo un abismo negro que me engulle con una sonrisa en los labios.
_Soy tu dueño y señor. Lo hiciste bien hasta hoy. He venido a buscarte. Allí donde irás tú también te consumirás en el fuego como todo lo que quemaste en vida.
domingo, 18 de enero de 2015
LUNA HERMOSA, LUNA LLENA
La que ilumina la primera noche
de los colonos en la nueva tierra, tierra de promesa y esperanza, esperanza
nacida de una oferta de prosperidad, oferta leída por casualidad en algún
periódico del viejo mundo.
Alegres, cantan canciones de
vida, canciones de agradecimiento, de agradecimiento a las nobles almas que
compartieron el conocimiento de esta hermosa tierra.
El fuego aumentaba su fuerza, el
olor a carne asada pronto inundaría el ambiente, carne que sería bañada del
mejor vino que pudieron conseguir antes de partir.
Esa noche conocerían a las nobles
almas, sus misteriosos benefactores, que serían agasajados como lo merecen por
compartir este hermoso lugar sin pedir nada a cambio.
Todos cantan alegres, y agradecen
que esta noche una hermosa luna llena da vida y luz a la noche, luz que
contagia la algarabía aun a los animales.
sábado, 17 de enero de 2015
LOS VENERABLES
Ruido de metal y ondas sónicas
rudas. Fuego y peligro. Un viento controlado alzaba las
ramas más cercanas del calor malsano de la fogata, alejándolas. Las hojas
temblaban estremecidas, la vibración producida transmitía un grito de alerta y
expectación airada.
Unos a otros, los árboles se
cuestionaban, mientras las raíces excretaban los últimos recuerdos de los
ancestros milenarios. Supieron que estaban condenados.
Los troncos añejos, con un hilo
de savia, susurraban que ya no podían viajar como antaño, no en los cuerpos
arbóreos que habitaban desde hacía milenios, tras su llegada, en aquel mundo
azul.
El más joven de la horda
animal,sentado frente al árbol, se pregunta de dónde salió ese aire
inesperado... y tal como llega el pensamiento, lo olvida.
Aún queda una pizca del poder de
los Venerables, aunque es insuficiente, una sombra de lo que fue. No podrán
contenerlos.
Espantados, comparten el recuerdo
de las antiguas canciones planetarias. Los destructores de mundos habían
llegado, al fin.
SOMBRAS DEL OESTE
La carreta estaba colocada en el mismo lugar en la que la habían dejado
al llegar. El fuego de la hoguera, con el asado desprendiendo un más que
apetecible olor, presidía el claro donde aquella familia decidió pasar la
noche. Los árboles que los rodeaban les servían de parapeto y el riachuelo les
prestaba el refresco y la limpieza que necesitaban.
El pistolero los contempló desde la otra
colina, escondido en las sombras de la noche sin querer llamar su atención. No
debía interferir en sus destinos, solo debía salvaguardar sus vidas y hacer que
estas llegaran al final de su recorrido. No necesitaban saber que él estaba
allí pues eso los destruiría.
Lloró sin remedio y decidió, como había
resuelto hacer mucho tiempo atrás, devolver a su familia el daño causado,
aunque tuviera que hacerlo desde la oscuridad. Muchos eran los que le buscaban
para matarlo, aunque ninguno sabía que él ya estaba muerto.
viernes, 16 de enero de 2015
CARAVANA
Como cada vez que llegaba una
caravana camino del oeste, en busca de nuevas tierras que habitar, habían sido recibidos
con alegría y jolgorio, preparando una fiesta que duraría hasta altas horas de
la madrugada, y en la que participarían todos, habitantes y viajeros. Tan solo
el viejo Irving permaneció al margen, rezongando contra los forasteros, pues
sospechaba que ocultaban algo, pero pronto sus gruñidos quedaron ocultos tras
jarras de cerveza fresca.
A pesar de su borrachera, fue él,
precisamente, el primero en levantarse a la mañana siguiente, y al mirar a su
alrededor, comenzó a reír a carcajadas y a gritar como loco. Poco a poco fueron
despertando sus conciudadanos, más confusos que resacosos; los viajeros se
habían esfumado, de la fiesta no quedaba ni rastro, e incluso las huellas de
carromatos y caballos habían desaparecido.
Alguien hizo un tétrico
descubrimiento, un cadáver en alto estado de descomposición, pero aún
reconocible como uno de los forasteros; otra persona informó de la desaparición
de una joven, que la noche anterior parecía haber intimado con uno de los
viajeros. Mientras, el viejo Irving seguía danzando y brincando, sin dejar de
gritar:
miércoles, 14 de enero de 2015
CENA
Cena
¡Venid, acercaos a la lumbre!, ya estamos sacando a los bebés.
Barcelona, 14-01-2015- Julián Sanchez Caramazana
DE AQUÍ PARA ALLÁ
Dicen que esto es vida
pero, sinceramente, a mí no me lo parece. Vamos de aquí para allá sin rumbo
fijo,buscando un tierra, un lugar que quiera acogernos y que nunca aparece.
Estoy harto de ser huésped de bosques y praderas, de cobijarme bajo las estrellas
o el plomizo Sol, de ser regado por la lluvia y congelado por la nieve.
En las eternas noches, al calor de la hoguera, mientras comemos y bebemos, contamos viejas historias que nos hacen olvidar lo que somos...aunque tan solo sea por unas horas.
¡Dicen que esto es vida ! pero yo bien que la cambiaría por otra; por una cabaña, por ejemplo, junto a una mujer y un niño que alegre el hogar y que de sentido a cada amanecer del día.
¿Dicen que esto es vida? Estamos hartos de ser como el viento, de aquí para allá, como antes dije, sin rumbo y sin aliento y sin un lugar fijo en el que reposar o morir.
Me gustaría ser como el mar, descansar de una vez por todas...donde debo estar.
En las eternas noches, al calor de la hoguera, mientras comemos y bebemos, contamos viejas historias que nos hacen olvidar lo que somos...aunque tan solo sea por unas horas.
¡Dicen que esto es vida ! pero yo bien que la cambiaría por otra; por una cabaña, por ejemplo, junto a una mujer y un niño que alegre el hogar y que de sentido a cada amanecer del día.
¿Dicen que esto es vida? Estamos hartos de ser como el viento, de aquí para allá, como antes dije, sin rumbo y sin aliento y sin un lugar fijo en el que reposar o morir.
Me gustaría ser como el mar, descansar de una vez por todas...donde debo estar.
EL BARDO
Sonidos
alegres flotaban en la noche estival. Canciones, risas, susurros e historias
alrededor del campamento itinerante. Dos niños se acercaron sigilosos para
contemplar a los viajeros. Todos los años pasaban por allí por las mismas
fechas procedentes de lugares lejanos y en dirección a quién sabe qué lugares
maravillosos. Los aldeanos les temían y prohibían a sus hijos acercarse.
—Practican
la magia —les decían.
Pero esas
palabras no hacían sino despertar más aún la curiosidad de los pequeños. Y
todos los años volvían a escaparse para escuchar sus narraciones ocultos en la
oscuridad y ver como las imágenes flotaban en el aire.
La figura
de un dragón plateado se acercó a los pequeños, giró sobre sus cabezas y volvió
a la hoguera de donde procedía. El hombre que se encontraba de pie junto a ella
sonrió en su dirección y continuó con la historia mientras todos escuchaban
atentos envueltos por las imágenes del relato.
martes, 13 de enero de 2015
EL LIMPIADOR DE SOMBRAS
—¡Señoras!
¡Señores! ¡Ha llegado el limpiador de sombras! —Se oyó chillar desde las
alturas—. ¡Limpiamos todo tipo de sombras! ¿Tiene mala sombra? ¿En su trabajo
alguien le hace sombra? ¡Nosotros acabamos con ellas!
La gente
miró sorprendida hacia el artefacto que les sobrevolaba.
—¡Garantizado!
—volvió a oírse gritar—. ¡Si no queda satisfecho le devolvemos el dinero!
Primero
fueron niños curiosos los que se aceraron al aparato volador que había descendido
en la plaza. Pronto a ellos se unieron paseantes ociosos y otros intrigados por
la oferta. Al final de la tarde solo una niña conservaba su sombra.
—¿Por qué
no vas a que te la quite? —le preguntó su amiga—. ¿De qué te sirve?
—Es mi
amiga —contestó la pequeña.
—Eres muy
rara —opinó la otra con un mohín mientras se alejaba.
—Son capaces
de abandonar una parte de sí mismos y yo soy la rara —susurró la niña mientras
se alejaba con la única compañía de su sombra.
viernes, 9 de enero de 2015
ESTADÍSTICAS
El suculento desayuno casi se cae de la boca de Juan. La noticia de último momento lo dejó estupefacto, las imágenes eran terribles.
A sus espaldas, Susana terminaba
de preparar sus tostadas francesas y parloteaba sin cesar sobre las múltiples
tareas que ocuparían su día y de cómo se habían quedado dormidos esa mañana,
sin darse cuenta que Juan estaba pasmado.
—¿Querido?.... ¡¡Juan!! ¿Qué te
pasa? ¡Estas pálido!
Juan señalaba las noticias sin
decir una palabra. Con agónica voz murmura:
—Todos.... todos ahogados. Es el
tren que debíamos tomar esta mañana. Un iceberg a mitad de camino...
REALIDAD
—¡Mira, mamá! ¡Barcos que vuelan!
—No digas tonterías, los barcos no vuelan —respondió su madre sin mirar al cielo.
El niño se soltó de su mano, y señalando al cielo, comenzó a gritar:
—¡Es verdad! ¡Mamá, es verdad! ¡Llevan globos, y vuelan! ¡Vuelan sobre nuestras cabezas!
La madre se quedó mirándole, sorprendida, pues recordó una escena similar, ocurrida muchos años atrás, solo que entonces, ella era la niña que gritaba a su madre, pidiéndole que mirara al cielo.
Un rumor de voces le hizo volver en sí, y se dio cuenta que la gente, al pasar a su lado, les miraba y cuchicheaban; rápidamente, bajó el brazo de su hijo, y mirándole a los ojos le dijo:
—Que sea la última vez que me dejas en ridículo. Ya eres mayor para tonterías.
Y siguieron su camino, sin mirar siquiera las sombras que dejaban en el suelo los barcos voladores.
—No digas tonterías, los barcos no vuelan —respondió su madre sin mirar al cielo.
El niño se soltó de su mano, y señalando al cielo, comenzó a gritar:
—¡Es verdad! ¡Mamá, es verdad! ¡Llevan globos, y vuelan! ¡Vuelan sobre nuestras cabezas!
La madre se quedó mirándole, sorprendida, pues recordó una escena similar, ocurrida muchos años atrás, solo que entonces, ella era la niña que gritaba a su madre, pidiéndole que mirara al cielo.
Un rumor de voces le hizo volver en sí, y se dio cuenta que la gente, al pasar a su lado, les miraba y cuchicheaban; rápidamente, bajó el brazo de su hijo, y mirándole a los ojos le dijo:
—Que sea la última vez que me dejas en ridículo. Ya eres mayor para tonterías.
Y siguieron su camino, sin mirar siquiera las sombras que dejaban en el suelo los barcos voladores.
LOS MEJORES
Allá ascendían, mis compañeros de
letras. Debían haber recibido un mensaje urgente, pues salieron sin demora de
la escuela de escritores, escopeteados hacia el muelle. Me he percatado al oír
la algarabía al soltar amarras y el soplido furioso del gas hinchando los
globos de helio; estaba tan concentrada escribiendo que ni me enteré.
Sí, escuché algunos bip bip a mi
alrededor, pero como si oyes llover, Catalina.
Aunque Catalina, no hay ninguna.
Ahí ascienden Vin el astrónomo, Shia la guerrera, el comemundos Lamrdh, el
correcto maese Cups...
Miro mi dispositivo
manual...Compruebo su carga y enciendo la pantalla, o lo intento, sin
conseguirlo.
Vale, HAL me la ha vuelto a
jugar. No me queda más remedio: al modo antiguo, entonces. Inhalo todo lo que
puedo y espero que me oigan.
jueves, 8 de enero de 2015
EL ÚLTIMO VIAJE
Contra viento y nubes comenzaron su aventura. El invento funcionaba. Las esferas de titanio conseguían elevar las naves por encima de los tejados de la ciudad maldita.
Habían recogido los enseres, habían destruido sus carnets de identidad. Habían cerrado sus cuentas bancarias para no dejar a sus herederos en números rojos...
Las naves surcaron los cielos, se elevaron hacia el universo y desaparecieron.
El titular del periódico de la mañana decía:
"Encontrados restos de tres artefactos en los Mares del Sur. Tres esqueletos calcinados flotaban entre los escombros. Llevaban puestos unos chalecos salvavidas, algo muy extraño. Se investigan los restos y se intenta identificar a las víctimas"
Arriba, en Marte, reían.
_ Lo más gracioso ha sido calcinarlos y devolverlos a la Tierra. Esos estúpidos humanos van a pasarse años intentando averiguar como esos cuerpos se calcinaron y sus chalecos no.
PASEO MARÍTIMO
- José, con su gorra de marinero y fumando con su pipa, paseaba por el paseo marítimo junto a Miguel, un amigo de su hijo Víctor, cuando éste se acercó a preguntarle por la moto. Llevaba más de un año detrás de ella y su padre siempre le contestaba lo mismo: — Cuando los barcos vuelen. Esta vez Víctor no se enfadó, ni se tiró por el suelo con una de sus rabietas. Simplemente se sentó en un banco que había en el paseo y José lo acompañó en silencio mientras Miguel se alejaba de ellos. Contemplaban la puesta de sol sobre la playa y el joven comenzó a jugar con una linterna, encendiéndola y apagándola. Al cabo de un rato, escucharon un rumor en la lejanía que se acercaba. Perplejos, abrieron los ojos como platos al descubrir tres barcos alados surcando el cielo rumbo al océano. — Mmmm, ¿de qué color decías que querías la moto? — preguntó todavía con la boca abierta. — ¡¡Bien!! — exclamó feliz Víctor abrazando a su padre. — No ha estado mal aprender Morse con Miguel y crear esas maquetas de barco para engañarle… Le pienso dejar dar todas las vueltas que quiera en la moto — pensaba mientras saltaba de alegría. — Oye, papá, ¿me llevarás mañana al astillero? — ¡Por supuesto! — contestó él. — Ojalá hubiese hablado antes con su amigo, me habría evitado más de una pelea… — pensó sonriendo.
lunes, 5 de enero de 2015
UN MUNDO DE PAPEL
Él miró
en su interior para descubrir un mundo sin igual. Asombrado por lo que había
contemplado le ordenó, como proceso del hipnotismo empleado, que lo dibujara en
un papel. “Oli” obedeció y plasmó formas imposibles en edificios y montañas,
extraños barcos voladores que escupían negras columnas de humo y un océano azul
enmarcado en un atardecer de colores ocres. Pero le seguía sorprendiendo la
ausencia de gente en ese universo.
— ¿Por qué no hay personas en tu mundo?, Oli. —La preguntó.
—Porque están muertos. —Contestó ella sin abrir los ojos.
— ¿Muertos…? ¿No te entiendo?
—La gente es mala y no hace nada bueno. Allí las cosas
tienen vida propia y nadie conoce su localización. Y quien lo hace….
— ¿Qué le pasa a quien lo hace?— preguntó con miedo en la
voz.
—Que muere. —respondió ella abriendo los ojos y clavando el
lápiz en el cuello de él.
Oli sonrió. Y con
la maldad en su mirada le arrojó el papel donde había dibujado su mundo, aunque
ahora estaba ausente de cualquier trazo. Como tantas otras veces….
viernes, 2 de enero de 2015
EL CARRUSEL
La música era ensordecedora y las luces de colores iluminaban la feria como si fuera un día de verano a pesar de que era el anochecer de una tarde invernal. Olor a manzanas bañadas en caramelo y algodón de azúcar, superado por el tufo del aceite quemado de churros y roscas de aceite. El carrusel giraba alegre con sus carros de alegres colores, caballitos de largas crines y criaturas mitologías; unicornios blancos, pegasos de alas poderosas, incluso hermosas sirenas que atraían a los niños como moscas a la miel. Lástima que algunos no consiguieran salir de él.
En el centro del
carrusel, en su más oscuridad profundidad, su alma se alimentaba de ellos.
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