Contemplo las mesas de madera
húmedas bajo el cielo plomizo de un invierno frío y gris. Mesas tristes abandonadas por familias que
buscan la felicidad en paisajes
preparados como escenarios de un anuncio publicitario. Miro alrededor
buscándolos y no los veo, giro sobre mis talones y giro sin verlos. ¿Dónde está mi familia feliz? ¿Dónde mis dos
pequeños? ¿Dónde aquel que me
amaba? Perdí el mundo, la gente
desapareció. Mis ojos solo ven un lago
plano e inmóvil y unas mesas vacías.
Volveré a casa. Pero en la
quietud del paisaje sigo inmóvil girando sobre mí eje.
Intento buscar en mi memoria la imagen del
último recuerdo feliz y buscarlos allí. Y La visualización fue dolorosa. Vi a mis pequeños llorando. La mirada iracunda
en un rostro desencajado del que creí que me amaba. Note el suelo helado contra mi rostro como
una lápida, mientras la vida se escapaba
de forma húmeda y caliente. Vi la ira en tus ojos y el cuchillo en tus manos
teñidas en rojo. Por fin recordé por qué
os buscaría sin encontraros. Porque estaba muerta.