Él miró
en su interior para descubrir un mundo sin igual. Asombrado por lo que había
contemplado le ordenó, como proceso del hipnotismo empleado, que lo dibujara en
un papel. “Oli” obedeció y plasmó formas imposibles en edificios y montañas,
extraños barcos voladores que escupían negras columnas de humo y un océano azul
enmarcado en un atardecer de colores ocres. Pero le seguía sorprendiendo la
ausencia de gente en ese universo.
— ¿Por qué no hay personas en tu mundo?, Oli. —La preguntó.
—Porque están muertos. —Contestó ella sin abrir los ojos.
— ¿Muertos…? ¿No te entiendo?
—La gente es mala y no hace nada bueno. Allí las cosas
tienen vida propia y nadie conoce su localización. Y quien lo hace….
— ¿Qué le pasa a quien lo hace?— preguntó con miedo en la
voz.
—Que muere. —respondió ella abriendo los ojos y clavando el
lápiz en el cuello de él.
Oli sonrió. Y con
la maldad en su mirada le arrojó el papel donde había dibujado su mundo, aunque
ahora estaba ausente de cualquier trazo. Como tantas otras veces….