Allí estás, al final de la acera. Una
figura oscura que sujeta un paraguas. Una imagen lejana de un momento olvidado.
Un recuerdo alojado en un tiempo anterior.
La lluvia cae sin parar, siempre lo hace en este recuerdo, mientras tú
permaneces impertérrita bajo las inclemencias. No sé que esperas ni lo que
ansías, pues tus deseos son confusos para mí. No comprendo el significado de
esta espera pues fuiste tú la que me dijo adiós.
Vienes a mí en la noche, bajo un manto de agua que enmascara tus pasos.
Buscas aquello que dejaste atrás, lo único de valor que tenía para ti y lo más
preciado de mí. Pero no es una tormenta sin fin lo que desciende ante nosotros
y entristece nuestro quimérico encuentro, si no la pena misma de un desgarrado
dolor que hizo sangrar mi corazón.
Allí estás, donde todo termina. En el lugar al que llegan las almas sin
amor, aquellas que no pueden dar un paso más sin perderse en la eternidad de un
perdón que jamás encontrarán. En el mismo momento para todas las vidas que
sufrirás sin dejar de contemplar la felicidad que osaste abandonar.
Eres una figura oscura bajo un paraguas negro y vienes a mí en la noche
para reclamar mi amor y mi perdón, aunque por más que te lo conceda es tu
condena el regresar.