domingo, 28 de febrero de 2016
FIN DE SEMANA ROMÁNTICO
Solo a ella se le podría ocurrir guardarse el pan de todo el viaje y convertirlo en migajas....
Yo pensando en un viaje romántico, con la puesta de sol, el catamarán surcando el tranquilo mar Mediterráneo......
Y ella me aparece con los aperos de pescar de su abuelo. Una guía de pesca de la biblioteca y un traje de buzo.
Regresamos del romántico fin de semana rodeados de gaviotas. Revolotean alegres alrededor de ella. Le comen de las manos. A mí me miran con odio, yo también.
Sus risas son contagiosas. Me inspiran bellos poemas. Tampoco ha sido tan nefasto este fin de semana. ¡Me he vuelto a enamorar perdidamente de ella!
sábado, 27 de febrero de 2016
¡GAVIOOOTA!
¡Ah! La relajación de un atardecer tranquilo, navegando
lentamente, mecido por las olas; la brisa suave acariciando tu piel, mientras
te acercas, sin alcanzarlo, al bello disco dorado que poco a poco se sumerge en
el horizonte; los aromas del mar adentrándote en tus sentidos, y el... los...
las... ¡Hala, ya estamos otra vez! ¡Es la cuarta vez que se me cagan encima las
dichosas gaviotas! ¡Mierda de mundo moderno, ya ni las gaviotas le dejan a uno
ser romántico! ¡A hacer puñetas, hombre!
domingo, 21 de febrero de 2016
TRINQUETA
Desapareció “el poder de tres”. Las hermanas abandonaron la
lucha y ahora los demonios recorren las calles con libertad. Solo la casa
permanece libre de ellos.
Una cara asoma por la ventana de la planta baja. Mira con
tristeza el exterior. Nada puede entrar en la casa. Está a salvo. Pero nada
puede salir de ella. Ni hoy ni nunca. Por toda la eternidad.
COMEZÓN
Despertaban poco a poco, tras mil años dormitando. No eran
Ents, aunque pudiera ser lo más parecido que una mente humana imaginara. Las
ramas del más antiguo se sacudieron levemente, cuando su mente bostezó. Sentía
comezón, picor, irritación... así que hizo que su savia se acelerara. La
respuesta llegó desde las raíces, de ahí la comezón insoportable. Envió toda su
fuerza al extremo de las innumerables ramas y hojas y gritó terriblemente,
despertando a los demás hermanos verdes:
—¡Tenemos parásitos!
—¡Tenemos parásitos!
LINAJE
—Y esta es la vieja casa familiar, ¿bonita, eh?
—Mucho... ¿Y ahí es desde donde os controla el patriarca
familiar? ¿O es matriarca?
—¿Eh?
—¿Es muy malvado? ¿En qué negocios está metido? ¿Con qué
familiares tiene problemas?
—¿Perdón?
—¿Y familiares sorpresa? ¿Cuántos tenéis al año?
—¡Pero, ¿qué dem...?!
—¿Secuestros? ¿Muertes? ¿Resurrecciones?
—¡En serio, a ver si dejas de ver series tipo Dallas,
Dinastía, y Falcon Crest, y te buscas un buen psiquiatra, que lo necesitas!
—¿Y me dejaréis ser el personaje con problemas mentales?
—¡Argh!
LA CUEVA Y EL COLCAJO
—Si tuviera que limpiarla, no la hubiera comprado tan
grande, que eso nos lleva a la servidumbre del colgajo...
—Abuela, no empecemos a ser malhablada.
Al fin y al cabo, vamos a presentar nuestros respetos tras su muerte.
La mujer, envuelta en un mantón negro, refunfuñó algo
parecido a que ya pensaba que olvidó algún ingrediente y repentinamente dejó de
murmurar.
La nieta de la mujer arrugada y doblada pasó su brazo por
los hombros gastados y la miró con cariño, mientras se acercaban a su fachada
principal. La anciana se detuvo y escupió hacia la casa con rencor.
—Podría ser nuestra, niña, ¡podría haberlo sido! Pero esa
bruja escandinava, en el infierno esté, me ganó en la Cueva y todos estos años
he tenido que soportar mucho a su servicio, en esta casa, maldita y maldecida
por mí más veces que estrellas he podido contar en las noches sin dormir.
—El tiempo ha pasado, abuela, deberías olvidarle ya. Al
final resultó ser un tirano y la nórdica (o de donde fuera) no llevó una vida
agradable a su lado. Es un viejo amargado y solo...eso ya es suficiente
maldición, creo yo.
La voz cascada rio al escuchar a la joven de su linaje y le
dijo en voz baja, ya muy cerca de la entrada:
—¿Quién iba a imaginar que él era inmune a las pociones?
MORIRÉ DE NUEVO
Yo le dije a "la Rocío" que me dejara en un buen lugar. Quería ver el acantilado y el faro de mis desvelos en vida. Y ella, obediente, me enterró en la punta de la agreste montaña.
Todas las mañanas escuchaba el romper las olas contra las rocas. Bajo mis pies sentía la húmeda tierra y abrazaba con mis largas uñas a los pequeños y blanquecinos gusanillos que correteaban en mi cuerpo putrefacto y húmedo de bilis y esencias varias. Los sentía ascender por mi cuerpo muerto hasta sentirlos en las cuencas de mis ojos y hurgar en mi cerebro descompuesto.
"La Rocío" venía todos los sábados a regarme con mimo. La escuchaba gemir y rezar no sé cuales oraciones a no sé quién de allá en los cielos vacíos. Yo movía mis ramas alegre para que se percatara de mi presencia y observaba como alguna hoja, ya marchita, caía desde mi copa y se le enredaba en su pelo. Ella la agarraba con cariño y la olía, y se la guardaba entre las hojas del libro que traía para leer apoyada en mi "troncoespalda" durante un tiempo que se me hacía corto.........
..........Hace tiempo que ya no veo a "la Rocío". La echo de menos. No viene nadie a visitarme y no atisbo el mar desde mi cúspide. He crecido a lo alto para conseguir salvar el escollo que me han colocado delante. Pero esa mole de piedra blanca es más alta que mi poder de árbol. Unos niños juegan al "pillapilla" alrededor de mi cuerpo.
Como en esta soledad infinita solo puedo pensar y recordar momentos antiguos, he llegado a una terrible conclusión. Un final que nunca deseé en vida.
Moriré de nuevo, tras engordar mi tronco. Cuando sea grueso, tan grueso que mi peso derribe esa casa; moriré de nuevo, y me arrojaré al mar que fue mi tumba en otra vida, llevándome por delante esa horrible construcción humana que ha cerrado mis ojos a mi pasado marino.
jueves, 11 de febrero de 2016
CASA DE MUÑECAS
La ambulancia volaba.
La sirena atronaba por una avenida de casas grandes que habían conocido tiempos
mejores. Caserones que poco a poco fueron abandonados por sus moradores o
muriendo con ellos, ya quedaban muy pocos habitados. Las decrépitas mansiones
daban tranquilidad a los caducos y escasos ocupantes del barrio.
La llamada a la central
era clara. Alguien se encontraba en "parada" y era urgente conseguirle
atención médica. Víctor, el médico, y
sus dos técnicos sanitarios cruzaron el abandonado jardín de la entrada. Penetraron
en la casa deprisa, acarreaban el material médico buscando a la persona
afectada. Víctor preguntó de forma
apremiante a la mujer que les había abierto la puerta, dónde se encontraba el enfermo. Apenas captó, de refilón, los colores
chillones del estampado de una bata brillante, que reflejaba la tenue luz de
una bombilla solitaria. Las palabras de la mujer sonaban arrastradas e
inconexas indicando el piso superior. Algunas sombras huidizas se movían detrás
de ella. Víctor subió las escaleras de dos en dos. En lo alto de la escalera
una cría con el rostro húmedo por las lágrimas le indicó el fondo del pasillo
de la derecha. En ese momento algo le
turbó, pero la necesidad de atender la urgencia le hizo rechazar el desasosiego. El pasillo largo apenas tenía luz, media docena
de puertas a ambos lados, solo susurros y el sonido lejano de una antigua
gramola, salían de ellas. Al fondo otra
mujer cubría su desnudez con un viejo mantón y abrazaba con fuerza a una pequeña
que lloraba desconsolada. Le hacía
gestos indicándole el interior de la última habitación. En un par de zancadas llegaron los tres y
entraron apresuradamente. De forma competente comenzaron a atender el cuerpo
desmadejado e inconsciente de otra joven.
Víctor tomó sus constantes vitales e intentó captar algo de vida en el
cuerpo de una niña de unos once años. No era capaz de valorar su edad, el
maquillaje de su cara le daba el aspecto de una joven adulta, pero su desnudez
era el de una chiquilla que apenas había alcanzado la pubertad. En esa cama de sábanas revueltas solo quedaba
un cuerpo frío sobre una mancha espesa con el olor metálico de la sangre seca. La
realidad sacudió a Víctor con sus ojos fijos en el lecho. Volvió la turbación y el desasosiego cuando
recordó a la niña del final de la escalera y la vio, de nuevo, medio desnuda,
maquillada como una máscara. Al igual que a la pequeña de la puerta con la
pintura de los ojos recorriéndole el rostro por el llanto. En un segundo todo
tomó sentido y supo donde se encontraba. Estaba mirando la muerte de una muñeca, en una casa de muñecas.
martes, 9 de febrero de 2016
DE UN VERDE INTENSO
Como en un sueño huyo a
esa realidad de colores verdes intensos dónde la polución y el ruido no me
persigan. Escapo a algún lugar que me
recuerde esa naturaleza que no veo por esa ventana sin cielo, de colores grises
y líneas rectas que atrapan a la gente en cajas uniformes. Rectángulos que te
transportan de un cubículo a otro sin ver la esencia de algo vivo y salvaje. Cierro los ojos para ver sauces llorar
cataratas, mientras vuelan buscando otro lugar que habitar. Me escabullo entre las esquinas de mi caja
para anidar en huecos de troncos que den calor. Aprieto los ojos fuerte, muy
fuerte. No quiero volver a esta realidad gris.
Quiero quedarme en mi árbol, desde sus ramas puedo ver lejos, muy lejos,
y abrigarme con sus hojas oliendo la humedad, empaparme en su llanto, bañarme
en él y después vestirme de verde intenso.
domingo, 7 de febrero de 2016
EQUIVOCADOS DE LLENO
Apareció ante nuestros ojos incrédulos. El bosque se abría en una inmensa sima. Al fondo una cascada surgía de la nada y dejaba caer sus aguas al vacío infinito.
Contemplamos maravillados los árboles frondosos, cobijo de casitas encantadas. Creímos que eran habitadas por hadas o duendes, o habitantes de la Tierra celeste pero nos equivocamos de lleno.
Mientras nuestros pies cruzaban los caminos estrechos, sorteando la nada, desde el cielo nos observaban las criaturas que habitaban el bosque.
Nos les costó mucho empujarnos. Caímos entre gritos de espanto. Pensamos que íbamos directos hacia una muerte cruel. Y también nos equivocamos de lleno.
Aún caemos. Nuestros cuerpos giran y giran. Van y vuelven, envueltos en el manto de la espuma de un agua incorruptible. Caemos y regresamos de nuevo, inmersos en un bucle sin fin.
Oímos voces lejanas, risas y llantos. A veces gritos, a veces gemidos de humanos entrelazados. Y nos dimos cuenta de donde estábamos.
Alimentamos la cascada de una fuente inagotable, en otro mundo de humanos gigantes, humanos que viven ajenos a la vida interior de las aguas de su cascada gigante, en su humilde jardín zen. También ellos andan equivocados de lleno.
miércoles, 3 de febrero de 2016
PRIMAVERA
Ya casi no quedaban huellas del devastador encuentro de
aquel enjambre de cometas con el planeta. La vida vegetal, especialmente los
enormes árboles, la especie dominante en el planeta, cubrió las heridas y
restauró la vida en todas sus formas. Como cada millón de años, la polinización
interplanetaria había tenido éxito, y en esta primavera cósmica nueva vida se
abría camino desde los brotes de los árboles/madre.
Las criaturas ya estaban construyendo sus viviendas de los
propios restos de los capullos donde fueran gestadas. En esta nueva vida de
carne y hueso ponían sus esperanzas los grandes bosques, para que cuando ya su
recuerdo fuera polvo, estos hijos suyos, a los que llamarían humanos, cuidaran
de las nuevas generaciones de vida por venir y prepararan todo para la próxima
polinización.
martes, 2 de febrero de 2016
HASTA EN LA SOPA
Respiró profundamente y miró a ambos lados de la playa
vacía; estaba completamente solo, y esa soledad se extendía sobre toda la isla.
Se dirigió feliz hacia su cabaña, cuando tropezó con algo; se agachó para ver
que era una botella, con un mensaje dentro.
Curioso, la abrió y extrajo cuidadosamente el papel,
desenrollándolo completamente; desde el papel, un tipo trajeado le sonreía,
acompañado de un texto de relleno que finalizaba con un "¡Vota por la
honradez, vota por Canállez!"
Estrujó el papel, lo lanzó al suelo, y comenzó a pisotearlo
con furia, mientras gritaba:
EXPECTATIVAS
Se agachó y recogió la botella. Le costó un poco, puesto que
estaba semienterrada en la arena. Se la llevó a la altura de los ojos y la
agitó ligeramente, como si quisiera comprobar que realmente allí había un
papel... La miró con curiosidad, con una ligera sonrisa en los labios.
Con la mano libre fue tirando poco a poco del tapón, con
cuidado, sin prisa. Finalmente salió. Se llevó la boca del recipiente hasta su
nariz y aspiró profundamente. Olía a misterio, a curiosidad, a anhelos. Inclinó
la botella sobre su mano vacía y dejó caer el contenido sobre ella. Lo
desenrolló y justo cuando empezaba a leer el texto, empezó a nublársele la
vista, no conseguía enfocar.
Levantó la mirada y vio cómo, mientras silbaba una alegre
cancioncilla, un pequeño tipo de orejas puntiaguda y de color verde se alejaba
por la orilla de la playa.
Por mucho que intentó chillar, no consiguió que sus gritos
escaparan del interior de la botella.
CHAFARDERÍA DE CHAFARDERÍAS
—Hábrase visto, qué poca vergüenza; venir a misa vestida
como si fuera al Principal.
—¿Esa al Principal? ¡Pero si debe hasta las enaguas!
—¿Qué me dice? Pero si dice ir a tomar chocolate en casa de
los Blasco.
—¡Qué va a tomar! Como mucho se basaría don Vicente en ella,
para su primera novela...
—No me extrañaría nada; he oído decir que su tía fue la que
inspiró a don José a escribir su poesía para la falla del Almudín...
—¿La del 'conejo' de Visanteta?
—La misma...
—Ignoraba el parentesco, pero no me extraña...
—Y también frecuenta a esas frescas del entresuelo, ya sabe,
Romana y sus hermanas...
—Otras que tal bailan, ¿sabía que...?
BASURA
Paseaba por una de esas paradisíacas playas que solo salen
en los anuncios, acompañado de una bella joven, de las que, también, solo salen
en los anuncios; disfrutando del momento. En eso, un brillo atrajo la atención
de su compañera:
—Mira, una botella con un papel dentro.
—Ábrelo —le respondió—, quizás sea el mapa de un tesoro, o
un mensaje de algún náufrago millonario, que nos recompense por salvarle.
—Umm, pues
solo pone esto: "Would you like to see your penis grow inch by inch month..."
En ese momento se despertó, con un grito, y comenzó a
frotarse los ojos musitando:
lunes, 1 de febrero de 2016
UN LUGAR EN EL BOSQUE
Una joven
llegó corriendo a la estación de tren. El andén estaba vacío y se apoyó en un
poste hasta recuperar el aliento. Cuando tuvo la respiración controlada, se
sentó a esperar. Cada cierto tiempo, se levantaba para comprobar si se veía
alguna luz que indicase que se acercaba alguno. Otras, miraba el reloj que
parecía haberse congelado en el minuto treinta y siete.
La enésima vez
que se puso de pie comprobó que se acercaba una luz verde.
— Qué
raro, yo pensaba que eran blancas — pensó.
El tren hizo
su parada en la estación y ella subió sin tan siquiera mirar su aspecto.
Una vez
sentada, descubrió a la única persona que la acompañaba en el viaje y que
descansaba dos asientos por detrás del suyo.
Mil gruñidos
se escuchaban fuera como si las ruedas que se deslizaban por las vías
rítmicamente necesitasen aceite para ser engrasadas.
— Qué
birria de tren — susurró.
Alzando la
vista se fijó en el cartel colocado encima de la entrada: “Rogamos se abstengan
de leer durante el trayecto”.
— ¡Puf!
Menuda tontería — exclamó.
Ella miraba a
través del cristal cómo titilaban miles de luces pertenecientes a alguna de las
ciudades cercanas. El resto era oscuridad. Su reflejo en la ventanilla hizo que
su cuerpo respondiese con un escalofrío al observar su imagen deformada. Apartó
sus ojos y los centró en una revista que sobresalía del bolsillo delantero. La
cogió y se puso a ojearla sin detenerse en titulares, fotos o el contenido de
sus textos.
Una risa espeluznante
salió del megáfono situado junto al cartel y se giró en busca de la persona que
la acompañaba en ese viaje para preguntarle si lo había escuchado. Descubrió el
asiento vacío. Miró en dirección a la puerta posterior por si había salido sin
que ella se hubiese dado cuenta y se encogió de hombros.
Sus dedos siguieron
pasando hoja tras hoja hasta que sus ojos descubrieron una extraña imagen.
Era el
amanecer de un bosque rodeado de pequeñas cascadas donde parecían vivir otro
tipo de seres.
— Juraría
que se ha movido algo — susurró.
Miró
detenidamente la imagen y se acercó más. La luz proveniente de las pequeñas
viviendas alojadas en los árboles se apagó. La joven se pegó más y, cuando su
nariz rozó la foto, fue engullida por ella.
La revista
quedó abierta encima del asiento vacío. Las letras diminutas que explicaban la
imagen decían textualmente: “Ponga un especial cuidado en no dejarse atrapar
por la lectura”.
Entonces la
risa espeluznante se volvió a escuchar a través del megáfono.
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