Despertaban poco a poco, tras mil años dormitando. No eran
Ents, aunque pudiera ser lo más parecido que una mente humana imaginara. Las
ramas del más antiguo se sacudieron levemente, cuando su mente bostezó. Sentía
comezón, picor, irritación... así que hizo que su savia se acelerara. La
respuesta llegó desde las raíces, de ahí la comezón insoportable. Envió toda su
fuerza al extremo de las innumerables ramas y hojas y gritó terriblemente,
despertando a los demás hermanos verdes:
—¡Tenemos parásitos!
—¡Tenemos parásitos!