Cuenta la
leyenda de una comarca muy lejana que, en uno de los valles que forma un gran
río al paso de las enormes montañas, vivían tres hermanas en una pequeña casa
en la ladera de una verde colina.
Todos los
días las tres hermanas salían a jugar con sus cometas de extrañas formas y
colores, creadas por ellas mismas, llenando toda la pradera de risas y alegría
que el viento transportaba hasta cada rincón del lugar colmando de gozo el
corazón de aquellos que las conocían. Hasta que un día no volvieron a jugar.
Algunos
dijeron que las niñas habían crecido y se habían marchado. Otros que nunca
habían existido nada más que en sus sueños y anhelos. Los menos, que algo
siniestro les había ocurrido. Se formaron partidas de búsqueda para localizar
su casa y a las niñas pero fue en vano. Nunca las hallaron.
Pasaron los
años y la fabula de las tres hermanas se comunicó de generación en generación
sin variación alguna, para que nunca nadie olvidara la existencia de aquellas
niñas. Y todos los años, con los primeros rayos de sol de la primavera, desde
lo alto del valle, bajan los sonidos de risas y alegría de las niñas, aquellas
que nunca encontraron.
Tan solo
una vez descubrieron, en una ladera verde, tres cometas de extrañas formas y
colores.