La luz de un nuevo amanecer
cubrió al mundo en su totalidad; ante la vital calidez de la luz, las plantas
comenzaron a rebrotar, recubriendo rápidamente de verde los parajes terrestres.
Zumbidos de insectos revelaron el regreso de los pequeños polinizadores, y tras
ellos, las aves y demás animales superiores.
En poco tiempo, el ciclo de la
vida comenzaba a recuperar su curso, como si nunca nada hubiera pasado; la
presencia, en los últimos milenios, de los grandes distorsionadores, de la
autoproclamada especie dominante, había desaparecido.
El
equilibrio había regresado al fin.