Sueño, y en mis sueños veo cómo me desdoblo, cómo emana de
mí una imagen como un reflejo; pero cuando me fijo en él, descubro que no es un
reflejo exacto, más bien es un reflejo roto, que hace justo lo contrario a lo
que yo hago. Si yo me levanto, él se acuesta, si yo ando en una dirección, él
se dirige hacia la contraria; mientras yo permanezco en el suelo, él flota
junto al techo. Le miro fijamente, con el cejo fruncido, y él me mira
sonriente, como conocedor de mis pensamientos. Y entonces una duda me asalta,
¿es contrario a mí... en todo?
Si yo diera limosna a alguien, ¿Él le
robaría? Si yo tratara de salvar a alguien, ¿Él le mataría? Si yo amara a
alguien, ¿Él le odiaría? Entonces recuerdo que ese ser ha salido de mi
interior, y me estremezco. Noto como el odio me sobrepasa, y trato de lanzarme
contra él, pero mis limitaciones físicas se hacen dolorosamente palpables, y
caigo como un peso muerto.
Despierto con un sobresalto en mi cama, y al recordar mi
sueño, comienzo a temblar; porque aquella réplica, no era en realidad un ser
extraño. Aquel ser también soy yo. Y eso me aterra.