Quedaban pocos habitantes en el
pueblo, muy pocos. Las desavenencias y el arreglo de antiguas cuentas diezmaron
la estancia en él. Quizá fue por el nombre del lugar, agorero como pocos, desde
la primera madera que clavaron en la tierra para hacer la primera cabaña...y
continúa llamándose así, aunque pocos lo recuerdan ya; el mal estaba haciendo
estragos en sus mentes extraordinarias...
Regina sacude la cabeza
lentamente, reprochándose interiormente por el derrotero de sus pensamientos
junto a la ventana, mientras ve a través de los cristales a dos encarnizadas
enemigas pasando muy cercana una de otra. Por un instante, teme que su hechizo
sea menos fuerte que el odio que se profesan entre ellas, pero todo parece
estar bien.
Sus dos mejores alumnas son su
mayor dolor. De todos los que han sucumbido, éstas son las que más resisten. La
rubia se llama Selene, la morena dice llamarse Sol... y sólo puede permanecer
una. La mujer de cabellos plateados sonríe al recordar el momento, porque ningún
nombre era verdadero.
Apoya la frente en el vidrio y
sus ojos cambian. Casi sin darse cuenta, las envuelve en un nuevo embrujo y
quedan detenidas en una burbuja de no-tiempo, mientras busca una solución a la
desesperada para ambas, aunque está muy debilitada. Proteger el lugar, el
concilio, ha mermado su poder.
Crea una telaraña de
posibilidades y une un hilo con otro, enmaraña dos flecos del destino y susurra
vida a la madeja con su aliento. No está satisfecha, es una solución temporal y
lo sabe, mas chasquea con los dedos la palabra de fuego y la burbuja del
no-tiempo explota en silencio.