Ahí estaba yo, enfrentado sin remedio al
siguiente paso que las letras de aquella antigua leyenda me habían llevado a
dar. Sobrecogido ante la inmensidad de la
magnánima construcción que se alzaba frente a mis ojos, contemplaba, con
el pulso acelerado, la mística y mágica presencia de las dos imponentes
criaturas que se erguían en su comienzo. Al fondo del impresionante Puente de
Plata, se encontraba la Puerta del Infierno, donde mi alma debía entrar, aunque
primero tendría que recorrer el afiligranado y sobrecargado sendero solventando
cada una de las pruebas que en él se describían.
Después de vencer aquella colección de
obstáculos y peligros, mi espíritu se verá reflejado en los ojos del infinito y
caerá en el abismo del olvido de donde no debió escapar.
Soy Xiang Hu, reencarnación del primer
morador y vigilante del Puente de Plata. Mi alma cruzó al otro lado sin permiso
y ahora se verá sometida al castigo eterno de regresar al infierno por el
camino del dolor.