Hoy es la noche perfecta. El escenario
ideal. Los sentimientos a flor de piel. Hoy el corazón expulsará lo que por
tanto tiempo ansió liberar y tú serás quien lo provoque.
Todas las puestas de sol que hemos
contemplado juntos no tienen igual con esta pues, a pesar de mis dudas al
respecto, has acudido a mi encuentro.
Observamos, como tantas otras veces,
apagarse el sol en su lento descenso al horizonte y el reflejo del espectáculo
en la calma del lago. Escuchamos el canto de las aves nocturnas y el silencio
del bosque. Sentimos nuestra respiración
y dejamos que los pensamientos vuelen.
Sentados en la ladera de la colina, con tu
cabeza apoyada en mi hombro y mirando la inmensidad del momento, comprobamos
que la magia del momento nos conquista.
Beso tus manos y me dejas hacer. Las
acaricio con delicadeza esperando el final de la exhibición. Eres preciosa y
las estrellas, conocedoras de tu belleza, aparecen para hacerte la corte. La
luna, envidiosa, tan solo se muestra a medias. Ya no contemplo la puesta de
sol. Ya no.
Ahora, después de innumerables veces
sentados en esta ladera contemplando la más maravilla demostración de la
naturaleza, lo hacemos de forma especial. Ahora, y después de entregarnos el
uno al otro, lo hacemos como pareja.
La manada aúlla, es hora de irnos.