Lo primero que vio el cowboy al volver en sí, fueron cactus.
—Unos centímetros más allá —pensó—, y ahora tendría que
volverme a afeitar.
Se levantó despacio, sacudiéndose el polvo, y miró a su
alrededor; su caballo bebía tranquilamente en un riachuelo cercano. El cowboy
recogió su sombrero blanco, y se le acercó, mirándole molesto.