A pesar de estar bajo las aguas y en medio de la oscuridad
reinante, la gema brillaba tanto como a plena luz, tratando de atraer a los
incautos viajeros que atravesaban las marismas; sentía cómo se aproximaban
lentamente a su posición. Seguramente os preguntaréis cómo un objeto inanimado
podía "sentir" algo, pero hay que tener en cuenta
que la gema no era un simple objeto inanimado, en ella latía toda la maldad del
consejo de arquemagos, un grupo de poderosos magos antisociales que soñaba con
destruir el mundo; pero a largo plazo, por si acaso.
Todo seguiría como ellos habían planeado; uno de los
incautos de la barca vería el resplandor, y rescataría la gema, el resto
desearía poseerla, y se enfrentarían a muerte. Y así, poco a poco, iría pasando
de manos ensangrentadas a otras manos ensangrentadas, absorbiendo la malicia de
la gente, hasta que estuviera lo suficientemente cargada como para poder acabar
con todo.
Pero de pronto, algo chocó con la gema; desequilibrada, se
hundió por su propio peso, apagada bajo las negras aguas, hasta que llegó al
fondo, sepultada en el barrizal por el paso de indiferentes animales abisales.
Y allí permanecería olvidada incluso por sus propios creadores, perdiendo la
magia imbuida en ella, y reducida al fin a una simple gema.
Y todo por un pececillo despistado que pasaba por allí; no
todos los héroes tienen nombre...