—Bien, cuéntemelo todo desde el principio.
—De acuerdo, doctor; todo comenzó hará cosa de un par de
meses, cuando de repente oí en casa un ruido extraño, una especie de
"Riiic Raaac". En ese momento no le di importancia, pero el ruido comenzó
a repetirse, cada vez con más intensidad y con más frecuencia. Lo oía a todas
horas y en todas las habitaciones de mi casa, sin importar que fuera de día o
de noche; me perforaba los tímpanos hasta lo más profundo de mi cabeza, no me
dejaba dormir, no podía descansar... Decidí eliminarlo de raíz, y comencé a
buscar lo que lo producía; vacié armarios y cajones, retiré los muebles, busqué en todos los rincones, sin conseguirlo. Vacié mi casa, busqué huecos en las
paredes, tiré abajo falsos techos, y el ruido continuaba... Ya no aguanto más, no
lo soporto... Necesito descansar, o me volveré loco. Si es que no lo estoy
ya...
—No se preocupe, aquí nos ocuparemos de usted.—Apretó un
botón, y una enfermera entró en la consulta—. Acompañe al caballero a una habitación
libre, y procure que nadie le moleste.
—Un caso claro de paranoia —comentó consigo mismo el
psiquiatra, cuando hubieron salido—, pero tiene cura. De hecho, apostaría a que
el ruido ni siquiera existía, es lo habitual en estos casos...
—Riiic Raaac.