La
silenciosa noche trajo a los extraños. Se movían por la selva sin ruido. Nadie
en el confiado poblado llegó a verles. Se deslizaron al interior de las cabañas
de dos en dos y comenzaron a hacer desaparecer los cuerpos de sus moradores
dejando solo un aura brillante que introducían en unas cajitas transparentes.
Mientras llevaban a cabo su misión algunos articulaban extraños chasquidos con
los que parecían comunicarse. El más alto del grupo lanzo un estridente cloqueo
y todos se reunieron en el centro del poblado portando su brillante carga.
Después desaparecieron dejando tras de sí un pueblo vacío.